En su mensaje a la comunidad para el domingo 18 de septiembre, el obispo de Saltillo, Hilario González García, llama a utilizar los recursos materiales en apego a tres valores: justicia, fidelidad y transparencia.
“El Evangelio nos propone tres enseñanzas de Jesús sobre el manejo adecuado de los bienes. El punto de partida es que los bienes materiales que tenemos son un acto de confianza de Dios para que nosotros los utilicemos para hacer el bien.
“La primera enseñanza es la transparencia. La parábola del administrador astuto muestra a alguien que utiliza sus habilidades para su bien personal, traicionando la confianza de quien lo ha puesto al frente. Su proceder es interesado y codicioso, su habilidad la pone al servicio de su interés egoísta de salvar su situación, y opera en “lo oscuro”, no en la transparencia. Los discípulos de Cristo, que pertenecemos a la luz, administramos los negocios con transparencia y sabemos cuidar los intereses del Señor, pues confiamos en Él”, indica el prelado.
La segunda enseñanza es la fidelidad, añade.
“Lo importante en un administrador es que sea fiel y prudente en su oficio. Ser fiel en lo poco para ser fieles en lo mucho; ser fieles en lo que no es nuestro, para ser fieles en lo que sí lo es. El Señor sigue confiando sus bienes, tanto materiales como espirituales, para que los hagamos producir abundantes frutos.
“Los discípulos de Cristo administramos con fidelidad los bienes del Señor, como si fueran de nuestra propiedad, pues al final de la vida esos bienes serán nuestra herencia”, comenta.
“La fidelidad es signo de que estamos agradecidos por la confianza que Dios nos muestra. Por eso no podemos servir a dos amos, no podemos dedicarnos a Dios y al dinero, que puede convertirse en “Señor”, si nos apegamos a los bienes que se nos confían”, agrega.
La tercera enseñanza es la justicia: consecuencia de la transparencia y la fidelidad es la justicia en la administración de los bienes.
“El discípulo de Cristo practica la justicia, como Dios quiere: ayuda a salir adelante al pobre y desvalido, promueve el desarrollo de los necesitados y respeta su dignidad”, explica, “al contrario, la persona injusta, como denuncia el profeta Amós, altera las medidas, aumenta los precios, arruina a los demás, desprecia al humilde, es codicioso y manipula la ley de Dios.
“Vivamos conforme a las enseñanzas de Jesús: procuremos ser transparentes en el uso de los bienes materiales, fieles a la confianza que Dios deposita en nosotros, y justos para hacer llegar las bendiciones de Dios a nuestro prójimo”, concluye el obispo.