Canberra, Australia. – (Agencias) Miembros de las fuerzas especiales de Australia podrían haber cometido numerosos crímenes de guerra contra civiles, incluidos niños, en Afganistán, Así lo señala el informe del general mayor y juez australiano, Paul Brereton.
Durante más de cuatro años, Brereton, oficial superior de la Reserva del Ejército australiano, estuvo investigando denuncias que apuntaban a que un pequeño grupo mataron y mutilaron a casi cuatro decenas de civiles afganos.
La investigación de Brereton implicó la revisión de 20,000 documentos y 25,000 imágenes. Su equipo entrevistó a 423 testigos.
En las conclusiones, que se publicaron el 19 de noviembre, acusan a las tropas del Servicio Aéreo Especial Australiano (SAS) de masacrar a 39 prisioneros afganos, incluidos dos niños de 14 años.
En todos los casos, el informe concluye que «las personas asesinadas no eran combatientes».
La gran mayoría de las víctimas habían sido capturadas y estaban bajo control, lo que les brindaba la protección del derecho internacional.
Según el informe, en algunos casos los prisioneros fueron ejecutados por los soldados jóvenes por orden de los oficiales superiores como parte de un ritual llamado “sangramiento” por el que se hacían con su primer asesinato.
«Por lo general, el comandante de la patrulla tomaba a una persona bajo su control y a un miembro menor, a quien luego se le indicaba que matara a la persona bajo control», reza el informe, que indica que el incidente denunciado representa parte de un fenómeno mucho más amplio relacionado con la conducta general de los militares australianos.
La investigación también apunta a que algunos militares llevaban el recuento de los asesinatos y fotografiaban cadáveres con armas que colocaban ellos mismos para justificar sus acciones.
Así el informe destaca una «cultura de encubrimiento«, según la cual los oficiales superiores ignoraban habitualmente las denuncias, lo que indica que la mayoría de los crímenes de guerra probablemente nunca vieron la luz.
Asesinado porque no había espacio
Los detalles de los crímenes solo surgieron debido a las revelaciones de varios denunciantes.
Así, uno de ellos asegura que los militares del SAS presuntamente detuvieron a dos niños de 14 años, que, según ellos, podrían ser simpatizantes de los talibanes. Los degollaron y luego el resto de la tropa tuvo que deshacerse de los cuerpos metiéndolos en bolsas y arrojándolas al río.
Un infante de la Marina de Estados Unidos que trabajaba con tropas australianas también alegó que un civil fue asesinado a tiros porque no había suficiente espacio para él en un helicóptero.
En otro presunto incidente, un hombre afgano fue utilizado como «práctica de tiro» después de huir de una patrulla del SAS. le dispararon varias veces a sangre fría con las manos levantadas, según cuenta un oficial de inteligencia de señales que acompañaba a la patrulla, Braden Chapman, a ABC.
El informe de Brereton señala que en la mayoría de los casos los altos mandos del SAS no tuvieron conocimiento de que se estuviesen cometiendo crímenes de guerra.
Los comandantes de patrulla, a su vez, fueron vistos por los soldados como «semidioses», lo que hacía imposible revelar sus acciones o desobedecer sus órdenes.
«Me disculpo»
El jefe de las Fuerzas de Defensa de Australia, el general Angus Campbell, a su vez, prometió tomar cartas en el asunto en torno a la conducta de las fuerzas especiales australianas, basándose en los hallazgos «vergonzosos», «profundamente perturbadores» y «espantosos» del informe de Brereton.
El general aceptó las 143 recomendaciones —incluida la derivación de personas a la oficina del investigador especial— para considerar posibles casos penales, porque era su deber «arreglar las cosas». También espera que haya cambios en la estructura organizativa del Ejército y que se revisen los honores y premios otorgados a los efectivos.
«Al pueblo de Afganistán, en nombre de las Fuerzas de Defensa de Australia, me disculpo sincera e incondicionalmente por cualquier irregularidad cometida por los soldados australianos», cita The Guardian la declaración de Campbell pronunciada durante una conferencia de prensa en Canberra.
El primer ministro australiano, Scott Morrison, a su vez, llamó a su homólogo en Afganistán, el presidente Ashraf Ghani, para disculparse después de la publicación del informe y para garantizar que se investigará el caso.