Internacional

Talibanes abren la terrible prisión Pul-e Charkhi usada por EUA

Apodada “Guantánamo”, albergaba a más de 2,500 combatientes talibanes

Kabul, Afganistán. – (Agencias) Los combatientes talibanes han abierto la terrible prisión de Pul-e Charkhi a la enviada especial de la agencia de noticias Euronews. Una instalación de alta seguridad a las afuera de Kabul.

Esta prisión fue utilizada por las fuerzas de ocupación de Estados Unidos durante su presencia en Afganistán. Apodada “Guantánamo”, albergaba a más de 2,500 combatientes talibanes.

Anelise Borges

Ahora, como todo lo que dejó la salida de los militares estadounidenses, los talibanes han tomado este lugar. Anelise Borges, corresponsal de la agencia Euronews, fue invitada a visitarla.

“La mayoría de las celdas están ahora vacías. Para mucho de estos hombres son recuerdos de la humillación y, dicen, de la injusticia que sufrieron los talibanes en el pasado”, explica Borges.

Las condiciones están lejos de ser considerada las ideales. De acuerdo con el guía, las celdas estaban superpobladas y describen como eran las condiciones de los prisioneros con una palabra: repugnante.

America's Unfinished Prison in Afghanistan Is a Filthy Nightmare | by  Matthew Gault | War Is Boring | Medium

Ahora que los talibanes han recobrado el control de Afganistán, informaron que hay unos 60 prisioneros en las instalaciones; y están siendo tratados de forma justa, explica el miliciano.

«Estamos tratando de mantener los índices de criminalidad bajos. Y las medidas se anunciarán en una semana más o menos», explica el director de la prisión Sharafatullah Hozaifa.

El comandante Hozaifa, quien fue recientemente nombrado director, declaró orgullosamente que milita con los talibanes desde que comenzó el movimiento.

El comandante Sharafatullah Hozaifa (c) y milicianos guardianes de la prisión

Mientras empieza a desarrollar su nuevo puesto, el comandante insiste en el mensaje que propagan los talibanes: todo está perdonado y es hora de un nuevo capítulo.

 «No queremos venganza. Se ha anunciado una amnistía. Todos los afganos que fueron soldados o policías han sido perdonados», explica el director.

Pero al continuar el recorrido, los presos nos cuentan una historia diferente. Finalmente, se nos permitió hablar con, Mohammed, un joven de 22 años, residente en Kabul, a través de una puerta metálica.

«Éramos cuatro y fuimos a un hotel. Queríamos comprar comida. Cada pollo costaba 200 afganis. Y compramos dos. Y pan. La cuenta era de 500 afganis”, dijo.

“Pero el hotel dijo 750. Y yo dije que no, ¿por qué 250 más? Dije que no tenía nada más de dinero, y les pedí que se quedaran con mi teléfono para poder ir a buscar más dinero. Y entonces vino el soldado Badri, nos golpeó y nos trajo aquí”.

Y agregó: “Nadie quiere estar en una prisión. Ya no queremos estar aquí. Queremos estar con nuestras familias. No somos criminales. No tienen ninguna prueba de nuestros crímenes. Cada día aquí es como un año”.

“Si algún musulmán escucha mi voz. Soy inocente y estoy aquí. Aceptamos el Emirato Islámico. Aceptamos el Islam y el Corán. Y nadie ha venido aquí a preguntar por nosotros».

La familia de Mohammed probablemente no sabe dónde está. Y los guardias talibanes no dijeron por cuánto tiempo lo retendrían aquí, hace hincapié Borges.

Mientras es escoltada fuera de Pul-e Charkhi, los ahora guardianes de la prisión hablaban de un Afganistán nuevo y justo en el que todos sean tratados con justicia. 

“Pero lo que muchos se preparan para descubrir, es qué tipo de justicia impartirá el grupo”, comenta Borges.