Opinión

TERCERA OLA COVID

Se esperaba y está aquí. La tercera ola de COVID-19 arribó a Coahuila; empiezan a ocuparse los hospitales; el coronavirus empieza a quitar el sueño a las autoridades. 

Los 422 casos registrados al corte de este jueves 5 de agosto por la Secretaría de Salud nos dicen solo una cosa: de nueva cuenta el descontrol está en la entidad con respecto al nuevo coronavirus. 

Dentro de los Subcomités Técnicos Regionales, al menos del Norte y Sureste, las decisiones tendrán que valorarse; se tiene que contener los nuevos contagios.

Aunque los especialistas e integrantes de los órganos reguladores afirman que un panorama de regreso a semáforo epidemiológico color naranja o rojo significaría el confinamiento, por otra parte, por criterios del gobernador Miguel Riquelme Solís, señalan que se agotará hasta el último recurso para no regresar al encierro y paro de labores, ya que, de darseasí, sería el tiro de gracia a la economía local, mientras Coahuila encabeza los primeros lugares en reactivación económica y recuperación de empleos. 

Y por eso se tienen que endurecer las sanciones. Si bien es cierto no en la manera personal de multar a ciudadanos que no sigan las disposiciones sanitarias, sí pueden sancionar -y severo- a los propietarios de bares y centros nocturnos que en las últimas semanas han violentado las medidas sanitarias, como no exigir uso de cubre bocas, presentan llenos y saturación de personas, y lo más graves, incumplen con los horarios de venta de bebidas etílicas.

Las cámaras empresariales ya dijeron en el interior de los Subcomités que sería injusto regresar al confinamiento por sus incumplimientos y que eso afecte a toda una economía.

Ante esto se definió endurecer las penas e incrementar los operativos para detectar irregularidades, y así evitar el regreso al cierre de bares y restaurantes, y la pérdida de empleos y desplome definitivo en la economía local.