Creíamos que habíamos pasado lo peor. Tras la desolación ocurrida
por el aislamiento; ver cómo las personas se hundían, dejar un leve
rastro tras dormir en brazos ardientes de una llama donde un humo
reúne las cenizas hasta ser polvo.
No los salvó el templo ni sus palabras celestiales,
Su dinero, jovialidad, color…
No había discriminación, aparentemente quería mantener a todos
reunidos como un banquete.
Aquellos que lucharon…
No fue en vano, este ser es rencoroso; la ley del talión.
Sacrificio donde vemos algo mejor.
La incógnita de este día pinta bien, sin saber cómo volveremos a vivir
y como lo vamos a enfrentar, hoy mi ignorancia al mundo hace
agonizar a través de una camilla.