CulturaLado B

Un indecible encanto

Las leyendas son parte importante de la narrativa de Nikolái Gógol. Su autor pertenece a esa clase de escritores valerosos y joviales por la frescura de su prosa. El lector podrá disfrutar sus relatos, dirigidos a personas de todas las profesiones. Todo escritor debe dejar una buena idea, aconsejaba que no dejaras que el viento se llevara las palabras.

Algo extraordinario que tiene la vida del campo es que las personas respiran aire limpio y los paisajes son horizontes que trasmiten amor. Las personas de la ciudad suelen catalogar la vida rural como antigua. No en tono despectivo, más bien en un sentido de admiración. Es tan bello ver las casas pintorescas sobre la montaña. En la sierra de Arteaga es tan lirico contemplar la tierra, los manzanos y ciruelos, es una vida hermosa. Las cabañas que observamos desde lejos nos llaman la atención y añoramos pasar unas vacaciones en ese lugar. Un encanto que no tiene palabras nos causa diversas emociones. Ver los rostros de la gente del campo es contemplar la imagen de una persona del pasado. Son hospitalarios, humildes y tienen franqueza para hablar. Eso no es fácil encontrarlo en la ciudad.

Cierto día caía nieve y el señor Atanasio estaba fumando, era un viejo de sesenta años, portaba un abrigo y era admirable ver cómo estaba tan enamorado de su esposa. “Las leves arrugas de las fisonomías de ambos estaban tan agradablemente dispuestas que un pintor las habría robado con toda seguridad. En ellas parecía leerse toda la vida de los viejecitos”. No habían tenido hijos, pero se profesaban un amor sincero y de respeto.

Pocas veces bromeaban, pero las ocurrencias de ambos eran lindas. Disfrutaban sonreír y ver los amaneceres. La señora en las mañanas ponía café y pan dulce para desayunar. En la tarde comían pescado o pollo, para cenar no había mejores platillos que los de su amada esposa. Sus cualidades eran nobles y de hospitalidad. El señor disfrutaba de cultivar la tierra, criaban cerdos y vendían diversos productos. En ese tiempo, Rusia vivía una guerra con los franceses, era una época bélica, pero en el campo el escenario era distinto. En su juventud Atanasio había sido soldado y tenía muchas medallas por sus méritos. La vida era benigna y los dos viejos estaban tan estrechamente unidos. La señora Ivánovna tenía una gata como mascota y disfrutaba de su compañía. Pensaba que era independiente y limpia.

Cierto día su gatita se escapaba y tardaban en encontrarla. Eso hizo que se pusiera triste y meditativa. En esos pueblos las supersticiones forman parte de la idiosincrasia. Una rara melancolía la invadía. Le confesaba a su esposo que cuando muriera la sepultaran en el panteón que estaba junto a la iglesia, esa era su voluntad. Atanasio no estaba conforme con la depresión. A los pocos días caía en cama, estaba enferma. Llamaban al médico, pero no se podía hacer nada. La anciana falleció y su esposo lloraba. En los funerales llegaba gente de todas partes, vestían de negro y veían con nostalgia los llantos del esposo.

Transcurrieron cinco años que fueron destruyendo los sentimientos de Atanasio. Se había encorvado y avejentado. Su mirada era ausente y no coordinaba su fuerza motriz. La comida la tiraba y los familiares trataban de apoyarlo, en ocasiones visitaban su casa que ahora parecía un hogar abandonado. Sucio y con bastante polvo. Después de esto sigue la muerte. Ese día el sol estaba en todo su esplendor, en la finca reinaba un silencio y hasta los grillos habían dejado de cantar. Atanasio poco a poco fue dejando de respirar y murió en la soledad. Fue sepultado junto a su amada esposa.

LOS SEÑORES A LA ANTIGUA, por Nikolái Gógol. Es un bello relato del amor que tiene un hombre por su mujer. La época de antes parece tan lejana. Todos recordamos con amor la ternura de los abuelos. La presente evocaba esos instantes donde nuestros antepasados vivían en un mundo natural y de paisajes. La obra estaba escrita bajo el sello de la Editorial Augusta y es uno de los clásicos universales. “Todo esto posee para mí un indecible encanto, quizás porque ya no lo veo y porque lo que más nos seduce es aquello de que nos vemos alejado”. Gógol.