Kazán, Tatarstán. – (Agencias) Un silencio ensordecedor embarga a la república rusa de Tatarstán. Las familias de los nueve fallecidos en el tiroteo de la escuela en Kazán lleveron a cabo los funerales aún consternados por el trágico suceso.
Siete menores y dos mujeres perdieron la vida cuando un exalumno decidió irrumpir en la escuela con un arma.
Se trató de Ilnaz Galiáyev, de 19 años, que se entregó a la policía tras finalizar la matanza diciendo que él era Dios.
Su paso ha dejado una decena de heridos, entre ellos 6 niños que se debaten entre la vida y la muerte en el hospital.
«Tomé conciencia de que soy dios. Nadie me lo dijo, yo mismo tomé conciencia», dice Galiáyev en un vídeo publicado en las redes sociales en el que se le ve con el torso desnudo atado a un banco en una celda mientras es interrogado por la policía.
Las autoridades encontraron en la casa del atacante componentes de un artefacto explosivo, una gran cantidad de municiones y literatura religiosa.
Asimismo, encontraron su licencia de tenencia de armas, un detalle que ha encendido el debate en Rusia.
Las primeras investigaciones resaltan que el atacante recibió dicha licencia en vísperas de la tragedia: el 28 de abril, lo que le permitió adquirir una escopeta turca Hatsan ESCOTR PS, que se vende en Rusia por unos 430 dólares.
La Duma, la cámara baja rusa, discutirá una nueva ley que endurecerá las reglas para la posesión de armas la próxima semana.
El ataque a la escuela de Kazán es el más cruento en un centro educativo ruso desde octubre de 2018, cuando un estudiante de 18 años mató a 20 personas e hirió a más de 40 en un instituto de formación profesional en la península de Crimea, tras lo cual se suicidó.