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Un paseo con Tolstói

Un té de manzanilla con Tolstói

En estos días estuve leyendo unos cuentos rusos, los acompañaba con un té de manzanilla y pan de mantequilla. Tolstói verdaderamente fue un hombre poco común y poseía una aguda imaginación.

Mil monedas de oro

Los cuentos que tienen que ver con las ambiciones monetarias eran algo importante de su literatura. Trataba de dejar constancia de esos acontecimientos. Uno de sus cuentos titulado “Mil monedas de oro”, así lo ilustraba. Un hombre adinerado quería donar mil monedas de oro a las personas pobres, pero no sabía cómo realizarlo. Pedía la asesoría de un sacerdote. Atinadamente el clérigo le decía que el CREADOR deseaba dar esa riqueza a la primera persona que se presentara en la parroquia. Un hombre demasiado pobre y que reprochaba los mandamientos bíblicos, fue el afortunado. Ese día se levantaba temprano y acudiría a la iglesia a refutar sus enseñanzas antiguas. Antes de emitir una palabra, su sorpresa fue recibir mil monedas de oro.

El Zar y la camisa

Cierto día el Zar de Rusia estaba muriéndose. Les decía a todos que, si alguien lo curaba, les heredaría la mitad de toda su riqueza. Nadie podía encontrar la cura de la enfermedad. Uno de los sabios le decía que la única solución era que un hombre feliz le diera su camisa y con eso quedaba aliviado. Inmediatamente se hizo una búsqueda exhaustiva en todo el reino. Todo fue una pérdida de tiempo porque todos los hombres eran infelices y quejosos. La esperanza fue muriendo y cada día empeoraba su salud, pero un día el hijo del Zar pasaba por una casa humilde, escuchaba por la ventana que un hombre estaba haciendo oración y le agradecía al CREADOR las bendiciones que le deba. Al otro día enviaban emisarios a aquella choza y para sorpresa era que el hombre era tan pobre que si siquiera tenía camisa.

Un té de manzanilla con Tolstói

“Es más fácil escribir diez volúmenes de principios filosóficos que poner en práctica uno solo de sus principios”. Los dos cuentos pertenecen a un libro que editase la UNAM en 1923. En ese entonces José Vasconcelos buscaba un renacimiento mexicano, «Por mi raza hablará el espíritu». Deseaba que gente de todas las clases pudiera leer a los clásicos.  Los dos cuentos son una alegoría, “Un té de manzanilla con Tolstói”, es un título que dibuja la facilidad que tenía Tolstói para encontrar belleza en la fealdad. Su filosofía era perspicaz, las riquezas materiales no eran lo verdaderamente importante.