Cultura

Una mirada al caos, por Carlos E. Montes Glz

Hace un mes que llegué a Francia para comenzar una maestría. El camino fue duro, la situación mundial derivada de la pandemia amenazaba mis planes académicos; fueron meses de incertidumbre hasta que, por fin, Francia decidió abrir sus fronteras a los estudiantes extranjeros.

Al llegar al país me encontré con una realidad no muy distinta a la que se vive en México. Los protocolos de seguridad sanitaria fueron tan drásticos en este país que produjeron una especie de hartazgo. Al levantarse finalmente estas medidas, las personas comenzaron a hacer una vida “normal” y ante la amenaza de un reconfinamiento, las multitudes en las calles eran de esperarse.

Al llegar a Burdeos, mi nuevo hogar, conocí a mis compañeros de la maestría, quienes propusieron algunas actividades de integración. Fue así que un día alguien propuso ir al cine a ver la nueva película de Gaspar Noé, Lux Aeterna. Obviamente me apunté. La idea de pisar una sala de cine después de 6 meses de confinamiento me emocionaba muchísimo. Debo confesar que el cine de Gaspar Noé me produce una sensación extraña de fascinación y repugnancia a la vez. La creatividad y los recursos de este director no dejan de sorprenderme, sin embargo, la violencia visceral de algunos de sus personajes me asusta; no porque vea en ella una amenaza sino porque veo un reflejo de nuestra propia animalidad y de lo irracional que pueden ser nuestras acciones cuando se nos invade la desmesura.

Esta película es un mediometraje de apenas 50 minutos que, según el director, fue filmada en 3 días. Las protagonistas, dos mujeres que conservan su nombre en la pantalla, Béatrice Dalle en el rol de una directora que realiza su primer película y Charlotte Gainsbourg como protagonista de ésta. Contrariamente a lo que sucede en Irreversible (2002) en donde el director nos transporta del caos a la serenidad, en Lux Aeterna sucede lo contrario, el espectador es transportado de la tranquilidad al caos más representativo del cine de Noé.

La película comienza con una charla entre las dos actrices. La pantalla está dividida en dos. La pregunta que desencadena esta conversación: Tu as déjà brûlé sur un bûcher? (¿Ya has ardido en una hoguera?) Las actrices comienzan a hablar de experiencias vividas durante la filmación de diferentes películas en las que han estado. Hasta este momento la película transcurre tranquilamente, pero de pronto el caos comienza. Charlotte se prepara para filmar la escena y todo el orden que vimos en los primeros minutos comienza a diluirse en una atmósfera de locura.  Vemos a todos los participantes de este rodaje haciendo sus funciones: una actriz americana preocupada por su vestuario; conflictos entre la directora, el productor y el director de cámara y a una Charlotte Gainsbourg que recibe una alarmante llamada de su hija mientras se prepara para filmar. Todo esto sucede en una pantalla dividida, hay gritos en inglés y francés, en una palabra, es el caos total.

 Finalmente, se logra captar la escena final y es ahí donde Gaspar Noé ataca al espectador con una radiante atmósfera de luces de la cual cuesta recuperarse. Al final de la función abundaron los comentarios sobre esta escena final y la sensación extraña que produce: incomodidad y placer estético a la vez. Creo que esta película nos sumerge en el caos y cómo éste se convierte en energía vital y poder de creación. Sin duda esta película representa en gran medida la concepción estética de Gaspar Noé y, aunque no haya violencia en ella, el espectador la termina de ver con una sensación de fascinación y repugnancia que es, en gran medida, lo que busca provocar el director franco-argentino con sus películas.