Internacional

Una “mujer común» captura al “misionero del infierno” de Kenia

El juez Edward G. Smith lo condenó a 188 meses de prisión

Nueva York, EUA. – (Agencias) “Hay coincidencias que son imposibles de ignorar”, escriben Rael Ombour y Max Bearak, corresponsales del prestigiado diario estadounidense The Washington Post en Nairobi.

Margaret Ruto

Una enfermera de Pensilvania de unos 30 años, Margaret Ruto, originaria de Kenia, pensaba que algún día regresaría a las verdes colinas de té en su tierra natal a cuidar a su suegra.

Sin saberlo, la esperaba la casualidad del destino. Un hombre, que vivía a solo 10 minutos de su casa en Lancaster, Pensilvania, había sido acusado de abusar sexualmente de niñas en un orfanato que había establecido, junto a su esposa, en Boito, Kenia, en 2008.

Sharon, de 16 años, fuera de casa donde vive con su madre y sus hermanos. Fue llevada al Dow Family Children’s Home cuando tenía 7 años, pero huyó a los 12. 

En 2018, Margaret viajó a Kenia a visitar a su familia. Ahí, Margaret encontró un gran alboroto en su aldea debido a que dos niñas, de 12 y 14 años, habían escapado un año antes del orfanato la “Casa de los Niños de la Familia Dow” (Dow Family Children’s Home).

El terror del “misionero del infierno”

Ahí, contaron historias de terror vividas, de abusos sexuales a manos del director, Gregory Dow. Los Dows habían comenzado el hogar keniano independiente de una organización misional, pero con el respaldo financiero de donantes del condado de Lancaster.

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Ruto hizo un balance de la ira de la comunidad. Se ganó la confianza de las niñas maltratadas y sus padres y escribió su desgarradora versión de los hechos en blocs de textos y videos en su teléfono.

Las niñas le contaron que habían sido llevadas por Mary Rose, la esposa de Dow, a una clínica a que les pusieran unas “inyecciones” en la parte superior de los brazos. Lo que ella les había inyectado era un implante anticonceptivo Norplant.

Ruto comenzó a entender el alcance de los crímenes que el esposo y la esposa que dirigían la casa podrían haber cometido.

Daisy Chelagat, de 25 años, se para afuera de su casa con su hijo. Su hijo James Kipkirui murió bajo la custodia del Dow Family Children’s Home cuando tenía 9 meses de edad.

«Las niñas me dijeron cómo Dow tomaba a los mayores, una diferente cada vez, y las obligaba a tener sexo con él», dijo en un viaje de regreso de Kenia el año pasado. 

Las chicas eran obligadas a beber alcohol o comer jabón si desobedecían cualquier orden que hacía Dow, y satisfacía con ellas sus peores instintos.

Los documentos de la corte en el juicio de Estados Unidos contra Dow, así como el juicio de Kenia contra su esposa Mary Rose incluyen el testimonio de niñas que declararon las mismas experiencias.

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Mary Rose

Mary Rose fue declarada culpable en enero de 2018 por cuatro cargos de abuso infantil, pero fue puesta en libertad después de pagar una multa de unos 500 dólares en lugar de dos años de prisión. El orfanato cerró en 2017.

Durante el juicio, en el que se declaró inocente, le dijo a un tribunal keniano que llevó a las niñas para implantarles un control de la natalidad porque eran «promiscuas». 

Ruto fue conducida a un lugar detrás del orfanatorio, donde se encontraba tierra removida .

La tumba poco profunda donde James Kipkirui fue enterrado después de su muerte en circunstancias inusuales en el Dow Family Children’s Home.

Los exempleados le contaron que ahí se encontraba enterrado un bebé de 9 meses, James Kipkirui, que había muerto dos años antes, ahogado en circunstancias sospechosas cuando se había quedado sin vigilancia en el orfanato.

Margaret, de pie, se sintió mareada. Fue un momento que cambiaria su vida en un antes y un después: la transformación de “una mujer ordinaria” en detective.

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Gregory Dow, el abusador sexual al que pasaría un año persiguiendo, había logrado escapar a Pensilvania después de que los miembros de la comunidad furiosos fueron por él junto con la policía.

Margaret declaró que pensó en ese momento, “por algo estoy sabiendo esto. Tengo que hacer algo”.

La persecución

La tormenta estaba por delante. Ruto, una ciudadana con doble nacionalidad, estadounidense y keniana, apenas podía haberse imaginado lo que le esperaba.

Margaret Ruto

Una investigación en dos continentes, mirar siempre por encima del hombro, trabajar el trauma de las sobrevivientes del abuso sexual infantil, y llorar incontrolablemente en su carro.

Todo, mientras reunía una impactante investigación que llegaría eventualmente al FBI y salpicaría las páginas de los principales diarios kenianos y alteraría dramáticamente los servicios infantiles.

Desde su casa, justo cerca de Dow, Ruto buscó toda la información que podía obtener sobre él, usando su página pública de Facebook. Incluso llamó a la puerta de Dow, pero él no la abrió.

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Preparó a un grupo de Facebook llamado KWITU , Kenyan Women in the United States (Mujeres Kenianas en Estados Unidos) , para ayudar a recaudar información pública sobre Dow en Pensilvania.

Cuando Ruto se acercó a la policía en Lancaster, ciudad donde residen, la remitieron a la oficina del fiscal de distrito, que la pasó al Departamento de Estado y este, en última instancia, a la Embajada de los Estados Unidos en Kenia.

«Me tope con una pared allí. Nadie se comprometería a seguirlo», dijo. «Durante mucho tiempo, me pregunté, alguien me escuchará, ¿alguien me creerá?”

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“Dow había estado diciendo que los kenianos eran gente volátil, gente celosa, que la gente inventó todo esto para tratar de tomar su tierra. Temía que la gente iba a creer eso».

Después de varios meses, Ruto cambió la estrategia y llevó sus investigaciones al periódico local el LNP LancasterOnLine.

A partir de ese momento, según ella, las autoridades estadounidense se involucraron más seriamente. Pocos días después de la publicación del artículo del LNO, recibió una llamada del FBI pidiéndole una reunión.

Dow fue arrestado meses más tarde después de que el FBI concluyese su propia investigación.

El acuerdo

Después de llegar a un acuerdo de culpabilidad, Gregory Dow, hoy de 61 años, fue sentenciado el pasado jueves por un tribunal federal de los Estados Unidos a 188 meses de prisión por cuatro cargos de “participar en conducta sexual ilícita en lugares en el extranjero”.

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Sin embargo, los abogados impidieron que respondiera por el bebé de 9 meses enterrado en el patio del orfanatorio.

Durante la audiencia del jueves, Gregory Dow se disculpó por todo el daño que había provocado. El juez Edward G. Smith lo llamó «un misionero del infierno».

Permití que mi hija llevara a sus hijos al hombre blanco debido a la pobreza. No creo que ninguna persona en este pueblo pueda volver a dar a sus hijos a un hombre blanco.

Lucia Langat, la abuela de James

El colofón

De acuerdo con Johansen Oduor, el jefe del servicio forense de Kenia, la policía keniana exhumó los restos del bebé James Kipkirui como parte de una investigación sobre las circunstancias de su muerte.  

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Johansen Oduor

Hace tres veranos, Ruto hizo una promesa silenciosa y solemne de que nada le impediría a ella, ni las autoridades corruptas de Kenia y ni la burocracia pesada y lenta de los Estados Unidos, buscar justicia para los niños en el orfanato.

«Sólo soy una mujer común, una enfermera, una madre», recordó recientemente. «No tenía idea de en qué me estaba metiendo”.

Nadie en Kenia sabía que Gregory Dow había sido un delincuente sexual fichado en los Estados Unidos en 2006.

Al menos 83 niños de 9 meses a 18 años vivían en la casa de Dow antes de que fuera cerrada en 2017, después de que las dos niñas escaparan y sus padres presentaran los casos ante la policía.