Buenos Aires, Argentina. – (Agencias) Un dolor que penetra y no se va. Con una rabia contenida, los familiares y amigos de Úrsula Bahillo le dieron su último adiós. Úrsula se convirtió en el feminicidio 44 en Argentina en lo que va del año.
De tan solo 18 años, Úrsula fue asesinada a puñaladas por su expareja, a quien había denunciado 18 veces.
Con la voz entrecortada, Patricia Nasutti, la mamá de Úrsula reclamó ante los periodistas: “Nos entregaron a nuestra hija degollada, con un dedo cortado y toda punzada”.
Y recalcó, “en memoria de mi hija, se lo prometí a ella, que voy a hacer justicia».
La impotencia del caso ha genera especial conmoción e indignación en el país, no solo por lo violento del crimen o el número de denuncias que realizó contra el ahora indiciado, sino por ser este un agente de la policía.
Matías Ezequiel Martínez la mató de 10 puñaladas. El oficial de la fuerza bonaerense, que estaba con ayuda psiquiátrica desde septiembre pasado, la asesinó y después intento sucidarse.
De acuerdo con los mensajes de Úrsula a sus amigas, que constan como pruebas, el presunto asesino ya la había amenazado de muerte.
El feminicidio ocurrió en la ciudad de Rojas, provincia de Buenos Aires, donde la policía detuvo al asesino que se encontraba aún al lado del cuerpo de Úrsula, en un charco de sangre. El cadáver presentaba 15 puñaladas.
Al dolor se sumó la frustración. Esta semana, las protestas se han sucedido contra la tibia y cómplice reacción de las autoridades judiciales y policiales ante las demandas de Úrsula. Lo único que hicieron fue aplicarle una orden de alejamiento al asesino.