Me voy vistiendo
de cuerpos prematuros,
de muertos sucesivos
que voy soltando
al viento, como cáscaras.
Así suena el tiempo;
a lluvia dorada de simiente,
a cereal sin germen,
a nada,
antes de la nada.
Me puse un cuerpo
de niña bajo tierra,
manos prestadas
de niña bajo tierra,
palmas y líneas boca arriba
para ser signo,
cauce,
pergamino,
mensaje repetido.
Borrado y repetido.
Y borrado. Y borrado.
Hoy llevo materia celeste de mujer
y cavidad marchita
que no recuerda
la plenitud de los enjambres.
Pero fuiste
caminante descalza de senderos]
libadora de bocas y lavandas,
diosa melífera -inmensa-
en cuyo vientre de lava
el deseo
agónico,
dispuso del aire,
del humo,
de la breve vida de los zánganos,
que envolviste,
-cabello delirio-
óndula, óndula
de litoral ámbar.
Te ha llegado la hora del repliegue
y eliges
la dedalera;
su oscuridad letal como mortaja.