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«Encuentro en las Páginas del Tiempo: Diálogo Imaginario entre Ignacio Solares y Francisco I. Madero»

¿Qué hubiera pasado si Ignacio Solares, hubiera podido conversar con Francisco I. Madero? Este es un ejercicio de imaginación, un homenaje al escritor que nos dejó un legado literario invaluable, que nos permite conocer mejor la historia de nuestro país y de sus protagonistas. Este es un diálogo ficticio, pero que nos gustaría escuchar.

—Señor Madero, es un honor poder hablar con usted. Soy Ignacio Solares, escritor mexicano. He leído sus libros, sus cartas, sus discursos. He escrito sobre usted, sobre su vida, su obra, su muerte.

—Señor Solares, le agradezco su interés por mi persona. He oído hablar de usted, de sus novelas históricas. He leído algunas de ellas, las que me han llegado. Me han impresionado su rigor y su creatividad.

—Señor Madero, usted es uno de mis héroes. Lo admiro por su lucha contra la dictadura porfiriana, por su convocatoria al levantamiento armado del 20 de noviembre de 1910, por su triunfo electoral en las primeras elecciones democráticas en la historia del país.

—Señor Solares, usted es muy generoso conmigo. No soy ningún héroe, solo soy un hombre que quiso hacer algo por su patria. No luché solo contra la dictadura, sino con el apoyo de miles de mexicanos que se levantaron en armas para defender sus derechos. No triunfé solo en las elecciones, sino con el respaldo de ciudadanos que votaron por el cambio.

—Señor Madero, usted es muy modesto con usted mismo. Usted fue el alma de la Revolución, el líder indiscutible del movimiento antirreeleccionista, el presidente legítimo del pueblo mexicano, el mártir de la democracia.

—Señor Solares, usted es muy entusiasta con mi papel. Yo no fui el alma de la Revolución, sino uno de sus muchos actores. No fui el líder indiscutible del movimiento antirreeleccionista, sino uno de sus muchos representantes. No fui el presidente legítimo del pueblo mexicano, sino uno de sus muchos servidores. No fui el mártir de la democracia, sino uno de sus muchos defensores.

—Señor Madero, usted es muy humilde con su destino. Usted fue asesinado por un golpe de Estado orquestado por Victoriano Huerta y el embajador norteamericano Henry Lane Wilson, que traicionaron su confianza y su lealtad. Usted fue víctima de una conspiración que pretendía acabar con la Revolución y restaurar el orden porfirista. Usted fue sacrificado por una causa que no pudo ver realizada.

—Señor Solares, usted es muy dramático con mi muerte. Yo no fui asesinado por un golpe de Estado, sino por una traición que no pude evitar. Yo no fui víctima de una conspiración, sino de una circunstancia que no pude controlar. Yo no fui sacrificado por una causa, sino por una convicción que no pude renunciar.

—Señor Madero, usted es muy noble con su memoria. Usted ha sido reconocido como uno de los padres de la patria, como uno de los forjadores de la nación, como uno de los símbolos de la historia. Usted ha sido recordado como un hombre honesto, idealista, visionario. Usted ha sido inspiración para muchos escritores, políticos, ciudadanos.

—Señor Solares, usted es muy amable con mi recuerdo. Yo no he sido reconocido como uno de los padres de la patria, sino como uno de sus muchos hijos. Yo no he sido recordado como un hombre honesto, idealista, visionario, sino como un hombre humano, imperfecto, soñador.

—Señor Madero, usted es muy grande con su legado. Usted nos ha dejado un mensaje de esperanza, de libertad, de justicia. Usted nos ha dejado un testimonio de fe, de amor, de paz. Usted nos ha dejado una obra que nos permite conocer mejor la historia de nuestro país y de sus protagonistas.

—Señor Solares, usted es muy bueno con mi obra. Yo solo he querido dejar un mensaje de esperanza, de libertad, de justicia. Yo solo he querido dejar un testimonio de fe, de amor, de paz. Yo solo he querido dejar una obra que me permitiera conocer mejor a mí mismo y a mis semejantes.

—Señor Madero, usted es muy sabio con su obra. Usted ha logrado lo que pocos han logrado: trascender el tiempo y el espacio con su palabra y su acción. Usted ha logrado lo que pocos han logrado: conmover el corazón y la mente con su ejemplo y su pensamiento. Usted ha logrado lo que pocos han logrado: iluminar la historia con su pluma y su espíritu.

—Señor Solares, usted es muy poeta con su obra. Usted también ha logrado lo que pocos han logrado: trascender el tiempo y el espacio con su palabra y su acción. Usted también ha logrado lo que pocos han logrado: conmover el corazón y la mente con su ejemplo y su pensamiento. Usted también ha logrado lo que pocos han logrado: iluminar la historia con su pluma y su espíritu.

—Señor Madero, usted es muy amigo con su obra. Usted me ha hecho sentir cercano a usted, a pesar de la distancia temporal y geográfica que nos separa. Usted me ha hecho sentir admiración por usted, a pesar de las diferencias ideológicas y culturales que nos distinguen. Usted me ha hecho sentir gratitud por usted, a pesar de las dificultades personales y profesionales que nos aquejan.

—Señor Solares, usted es muy hermano con su obra. Usted me ha hecho sentir cercano a usted, a pesar de la distancia temporal y geográfica que nos une. Usted me ha hecho sentir admiración por usted, a pesar de las coincidencias ideológicas y culturales que nos acercan.

—Señor Madero, quiero despedirme. Usted fue como una estrella que brilló en el cielo de la historia, que iluminó el camino de la Revolución y destino de México. Yo fui como un navegante que siguió su luz desde la tierra de la literatura, que se inspiró en su brillo para escribir mis novelas y que se orientó por su rumbo para conocer mi patria.

—Señor Solares, quiero despedirme. Usted fue como un río que fluyó en el cauce de la historia, que regó el campo de la Revolución y que fertilizó el suelo de México. Yo fui como un sembrador que bebió su agua desde la fuente de la literatura, que se nutrió con su caudal para escribir mis libros y que se cultivó por su curso para conocer mi pueblo.

—Señor Madero, le agradezco este diálogo imaginario. Ha sido un honor poder hablar con usted y rendirle homenaje por su trabajo por la investigación historiográfica por nuestra historia patria.

—Señor Solares, ha sido un honor poder hablar con usted y rendirle homenaje por su trabajo por la literatura mexicana y por la cultura nacional.

Este es el final de nuestro diálogo imaginario, pero no de nuestra admiración y gratitud por Ignacio Solares y Francisco I. Madero. Ellos nos han dejado una obra que nos permite conocer mejor la historia de nuestro país y de sus protagonistas. Ellos nos han dejado un legado que nos inspira a seguir su pasión por la cultura y la patria. Ellos nos han dejado una luz que no se apagará.

Tuve la oportunidad de conocer a Ignacio Solares en la Feria Internacional del Libro de Arteaga en 2014, intercambiamos algunas palabras, le dije mi nombre y que soy historiador. De su novela MADERO, EL OTRO. Le comenté que me gusto la forma de recrear la vida de Madero. De hecho, tuve la oportunidad para regalarle mi propio libro titulado LA PERSECUCIÓN CONTRA MADERO EN COAHUILA, me agradeció el obsequio, Me dijo que le gustaba mucho Madero y que lo consideraba un héroe del pueblo. Me sentí emocionado por su atención.

¿Qué podemos aprender de Ignacio Solares y de Francisco I. Madero? ¿Qué podemos hacer para honrar su memoria y continuar su legado? Estas son algunas preguntas que nos podemos hacer al leer sus obras y al reflexionar sobre sus vidas. Estas son algunas preguntas que nos pueden motivar a seguir escribiendo, leyendo e investigando sobre nuestra historia. Estas son algunas preguntas que nos pueden hacer sentir orgullosos de ser mexicanos.

Ignacio Solares nos dejó en la noche del 24 de agosto de 2023. Su legado literario perdurará, recordándonos que las palabras tienen el poder de trascender la mortalidad.