Mehtarlam, Afganistán. – (Agencias) En la provincia de Laghman, en Afganistán, a los puestos de control gubernamental se les agoto las municiones y la comida es escasa. A algunos agentes de la policía no se les ha pagado en cinco meses.
Luego a principios de mayo, de acuerdo con The Washington Post, conforme se fueron yendo las fuerzas estadounidenses, los 7 puestos rurales de control gubernamentales de la provincia, al este de Afganistán, fueron sitiados por los talibanes.
Los talibanes contrataron a los ancianos de la aldea como mensajeros para enviarles un mensaje a las tropas gubernamentales: “¡Ríndanse o mueran!”.
Las fuerzas de seguridad del gobierno de los siete puestos se rindieron a medidos del mes, de acuerdo con los ancianos de la aldea.
Los elementos, al menos 120 soldados y policías, recibieron un pase seguro a un centro provincial controlado por las fuerzas gubernamentales, a cambio de entregar sus armas y equipo.
Según Nabi Sarwar Khadim, de 53 años, una de las personas mayores que negociaron la rendición, les dijeron: “Mira, tu situación es mala, los refuerzos no van a llegar”.
De acuerdo con la información de funcionarios gubernamentales, desde el 1 de mayo, 26 puestos avanzados y bases en cuatro provincias -Laghman, Baghlan, Wardak y Ghazni- se han rendido después de las negociaciones con los ancianos.
Con la caída de la moral conforme se retiran las fuerzas de ocupación estadounidenses y los talibanes aprovechando cada rendición para hacer propaganda triunfalista, cada caída alimenta la siguiente en la zona rural afgana.
Cuatro centros de distritos, que albergan a gobernadores, policías y jefes de inteligencia, se encuentran en las entregas negociadas de instalaciones gubernamentales a los talibanes, quienes dispersaron a los funcionarios de allí.
Anteriormente, ya ha habido rendiciones del ejercito afgano a los talibanes, pero nunca a la escala y el ritmo con que se derrumbaron cuatro provincias este mes que se extienden al este, norte y oeste de Kabul.
Las rendiciones han sacado a cientos de elementos de las fuerzas gubernamentales de campos de batalla en territorio estratégicos, y los talibanes han obtenido armas, municiones y vehículos, muchas de las veces sin disparar.
Las rendiciones forman parte de una estrategia más grande de los talibanes para apoderarse de los territorios, conforme la moral de las tropas gubernamentales se desmorona con la salida de la fuerza de ocupación de Estados Unidos.
La estrategia contempla compra de policías locales y milicianos, alto al fuego locales que permiten consolidar su avance, y una ofensiva militar a pesar de los llamamientos a las negociaciones de paz y un alto al fuego nacional.
«El gobierno no es capaz de salvar a las fuerzas de seguridad», dijo Mohammed Jalal, un anciano de la aldea en la provincia de Baghlan. «Si luchan, serán asesinados, así que tienen que rendirse”.
Las rendiciones se realizan a través de los Comités de Invitación y Orientación del Talibán, el cual interviene una vez que las tropas talibanes cortan las vías de comunicación y suministros a los puestos de avanzada gubernamentales.
Una vez controlando el sitio, entonces el líder de los comités o milicias llaman por teléfono al comandante del puesto o base, o a veces a sus familiares, y les ofrece perdonar la vida de las tropas si entregan el puesto de avanzada, sus armas y municiones.
En varios casos, los talibanes les dan dinero, unos 150 dólares, a las tropas que se entregan, ropa de civil y les envían a sus casas ilesos.
Pero antes de enviarlos a sus casas, graban a los hombres en video mientras hacen la promesa de no reunirse con las fuerzas de seguridad. Registran sus números telefónicos, los nombres de los miembros de su familia y los amenazan con matarlos si se reincorporan a las fuerzas gubernamentales.
El mayor Imam Shah Zafari, jefe de la policía del distrito de Wardak, describió su experiencia. “Me llamó el comandante Talibán y el Comité de Invitación y Orientación unas 10 veces y me pidieron que me rindiera”.
Zafari entregó su centro de mando y armas el 11 de mayo después de las mediaciones de los ancianos de la aldea.
Después, los talibanes le proporcionaron un viaje en coche a Kabul, según su testimonio. Un miembro del Comité llamó por teléfono para asegurarse que el gobierno no lo detuviera por haberse rendido. “Él dijo: ‘Tenemos mucho poder en el gobierno y podemos liberarte”, detalló Zafari.