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Artemis I, rumbo a su cita con la luna

El SLS, con una altura de 322 pies (98.2 metros), más alto que la estatua de La Libertad en Nueva York, se encuentra en la plataforma de lanzamiento 39B, del Centro Espacial Kennedy en Florida

Cabo Kennedy, Florida. – (Agencias) Después de años de aplazamientos, el cohete lunar SLS de la NASA inicia el lunes su camino rumbo a Luna. De nuevo, el cohete llegó tarde. Su despegue estaba programado para finales de 2016. Toda vía en 2019, se le dijo al administrador de la NASA en ese entonces, Jim Brindestine, que pasaría otro año o más para que el Sistema de Lanzamientos Espacial (SLS) de la NASA estuviera listo.

Su reacción fue clara. Amenazó con remplazar el cohete por uno construido por el sector privado de rápido crecimiento, como SpaceX. Sin embargo, a pesar de su coraje, esa amenaza encontró un rechazo de los fuertes intereses involucrados, incluido el del senador republicano Richard C. Shelby, presidente del comité de asignaciones. Esos intereses habían llevado al SLS de la NASA por largas y complicadas veredas desde su creación, hace ya una década.

El SLS de la NASA

Lleno de sobrecostos y retrasos, de informes condenatorios de los órganos de control del gobierno y, aún peor, críticas de los entusiastas e incluso de parte del propio director de la NASA, “el cohete esta de pie, el SLS perdura, como solo podría sobrevivir un cohete hecho por el Congreso de Estados Unidos”, escribe Christian Davenport del Washington Post.

El SLS, con una altura de 322 pies (98.2 metros), más alto que la estatua de La Libertad en Nueva York, se encuentra en la plataforma de lanzamiento 39B, del Centro Espacial Kennedy en Florida. Esta programado para su primer intento de salida a las 8:33 a.m. del lunes, un vuelo de prueba, destinado a impulsar la capsula Orión, sin astronautas a bordo, a orbitar La Luna. Un viaje exitoso marcará un hito en la historia de los viajes al espacio de la NASA y su intención de recuperar a La Luna para devolver a los astronautas la superficie de nuestro astro bajo su programa Artemis.

La misión, conocida como Artemisa I, tiene el objetivo de probar al vehículo antes de montar a los astronautas en él. Lo que pudiera suceder en 2024, cuando la misión será mandar a los astronautas a orbitar únicamente La Luna, sin alunizar. Un alunizaje que pudiera ocurrir en 2025 o 2026, según informaron funcionarios de la NASA.

Capsula Orión

Según el diario estadounidense, se espera que unas 10,000 personas abarroten la costa a lo largo del Centro Espacial, emocionadas por ser parte de un nuevo capítulo en la historia de la NASA. Sin embargo, el viaje no estará exento de sorpresas y habría que salirse del guión, aún si el vuelo sale como lo programado, dijeron los funcionarios de la NASA.

“Con toda nuestra emoción, quiero recordarle a la gente que este es un vuelo de prueba”, remarcó el administrador de la NASA, Bill Nelson, en una entrevista. “Vamos a enfatizar esto de una manera que nunca haríamos con humanos a bordo. Así que solo quiero que todos vuelvan a la realidad”.

Y es que el cohete no solo nunca ha volado, sino que la NASA tuvo que enfrentar todo tipo de desafíos en las pruebas de preparación para su vuelo. Un problema con el sistema hidráulico que ayuda a dirigir la nave fue detectado por los sensores, lo que obligó a suspender las pruebas del motor el año pasado. A principios de este año, una fuga de hidrógeno y una válvula defectuosa, obligó a detener una prueba a la carga de combustible y una cuenta regresiva simulada.

EL SLS con la capsula Orión

Pero este gigante es bastante complicado. El SLS lleva 700,000 galones (2,649,788 litros) de hidrogeno liquido superenfriado y oxigeno líquido. Tiene cuatro motores de primera etapa y dos impulsores laterales de combustible sólido. Las computadoras de la aviónica en el cohete tienen kilómetros y kilómetros de cableado y más de 500 sensores. En el despegue, el SLS pesa 5.75 millones de libras (2.608 toneladas).

Se espera que la misión Artemis I dure 42 días, 3 horas y 20 minutos, en una misión de ida y vuelta, llevando a la nave espacial Orión a unas 40,000 millas (unos 64,700 kilómetros) más allá de la luna, en un recorrido de 1.3 millones de millas (2,092,147 kilómetros) en total.

La odisea para llegar a este momento, escribe Davenport, ha sido más ardua y a veces dolorosa bajo los entuertos de Washington e, irónicamente, muestra porque la NASA no ha podido regresa a La Luna después del programa Apolo, hace 50 años.

Mas poderoso que el Saturno que llevó a los astronautas a La Luna, la imagen del SLS posado sobre su plataforma es gloriosa pero también llena de contradicciones. Muestra la destreza de la ingeniería estadounidense que evoca la década de 1960, la época de oro de las exploraciones espaciales.  Pero un costo de más de 23,000 millones de dólares (el programa apolo tuvo un costo total de 23,400 millones de dólares de 1973), resultado de la montaña de intereses de los grupos en el Congreso, la burocracia embrutecedora y la mala gestión de los contratistas.

Lo que, ante el desarrollo de nuevos cohetes de empresas privadas, pone el futuro del SLS en riesgo. Como Casey Drier, defensor y principal asesor de política espacial de Planetary Society, preguntó recientemente en un ensayo: “Dado su costo, las capacidades de lanzamiento existentes proporcionadas por empresas privadas como SpaceX, Blue Origin y RocketLab, y el progreso real de super cohetes privados de carga pesada, ¿por qué sigue existiendo el SLS?”.