Jerusalén, Israel. – (Agencias) La escuela palestina de educación especial, de la Ciudad vieja de Jerusalén, estableció una clase especial para preparar a sus estudiantes a interactuar con los policías israelíes.
Se hicieron varios ejercicios sobre el rol, incluso con oficiales reales de un puesto cercano, que interactuaron con ellos. Se les enseñaba a como presentarse, como presentar su carné de identificación, a no tener miedo.
Iyad al-Hallaq, de 31 años con autismo, era un alumno estrella. Pero esas lecciones le fallaron ese sábado temprano.
De acuerdo con el New York Times, agentes de la policía le llamaron, desde lejos, en la Vía Dolorosa. Él se hecho a correr. Pronto fue rodeado y un agente novato le disparó y lo mató.
Iyad al-Hallaq estaba desarmado, incluso la maestra gritó a los agentes que era discapacitado, todo fue en vano, según narró un testigo ocular.
El tiroteo sucedió el 30 de mayo pasado. Sin embargo, fue tal el impacto que hasta el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lo calificó de tragedia. El ministro de Defensa Benny Gantz, por su parte, emitió una disculpa.
Los activistas por los derechos civiles relacionaron el asesinato de Iyad con el de George Floyd, que había sucedido cinco días antes.
Desde entonces, la ira ha ido creciendo ante los videos e imágenes de policías golpeando y asfixiando con su rodilla a manifestantes contra Netanyahu y su gobierno.
Los fiscales generales recomendaron se acusará al oficial que mató a Iyad de homicidio involuntario. Pero una condena sería tan excepcional como fue de impactante el asesinato.
Lo más probable sea que las protestas se disipen, la acusación se despeje, y nada cambiará. El oficial no ha sido acusado.
El problema de la brutalidad policíaca no va a desaparecer en Israel. Los esfuerzos por frenar a los agentes violentos e imponer la rendición de cuentas proviene desde la década de los setenta del siglo pasado, y han fracasado.
Según la información del propio Ministerio de Justicia, el 80% de las demandas nunca se investigan. El resto no sufren cargos criminales e incluso medidas disciplinarias.
Las organizaciones de derechos humanos dicen que la cultura de la impunidad está presente en toda la fuerza policial, particularmente contra todo tipo de víctimas minoritarias. Los etíopes judíos, los ultraortodoxos y los activistas de izquierda son víctimas de manera desproporcional.
Pero de acuerdo con defensores de derechos humanos, con los palestinos son especialmente más duros aún.
«Los agentes de policía saben que no hay rendición de cuentas, por lo que son más descuidados cuando se trata de ciertas poblaciones», dijo Fady Khoury, un abogado palestino de derechos humanos.
Los oficiales de policía insisten en que no toleran la brutalidad en las filas.
«No conozco a ningún comandante que quiera un oficial violento en su unidad», dijo el Superintendente Jefe Arad Braverman, quien comanda un destacamento de 150 oficiales de la policía fronteriza en la Ciudad Vieja. «No conozco a ningún comandante que sepa que tiene un oficial violento en su grupo o en su unidad y no los expulsa».
El creciente uso de cámaras corporales dijo, hará más difícil salirse con la brutalidad. Y dijo que los oficiales estaban bien entrenados en el uso adecuado de la fuerza, con recordatorios antes de cada turno y estudios de caso mensuales.
Cuando Haim Einhorn, un judío ultraortodoxo, se quejó de que un agente de policía le había dado un puñetazo en la cara en el tumulto de una protesta callejera de 2017 en la que sólo era un espectador, la unidad de mala conducta dejó que la acusación languidecía durante 18 meses antes de negarse a investigar.
Einhorn, de 33 años, dijo que tenía la sensación de que «estaba presentando pruebas y que no estaban haciendo nada».
Después de que el Tribunal Supremo de Israel acuso a los agentes, el caso fue reabierto en mayo. Para entonces, las imágenes de vigilancia ya habían desaparecido.
Y cuando cinco agentes de policía fronterizo, fuera de servicio, golpearon brutalmente a un trabajador beduino en Tel Aviv en 2016, un ataque que fue grabado en video, los cargos contra los cuatro fueron retirados, y la investigación se prolongó tanto tiempo que el quinto ya había completado su servicio y ya no estaba sujeto a procedimientos disciplinarios.
Badi Hasisi, presidente del Instituto de Criminología de la Universidad Hebrea, dijo que la violencia estaba arraigada en la cultura de la policía israelí, que surgió de la fuerza paramilitar que los británicos mantuvieron en Palestina.
«Como policía colonial, estaban destinados a hacer frente a los levantamientos», dijo el profesor Hasisi. «Estaban más preocupados por el control, por poder movilizar recursos sin restricciones burocráticas».
Diez cámaras de vigilancia policiales cubren el camino que Iyad al-Hallaq recorrió a lo largo de la Vía Dolorosa. Dos cámaras más están colocadas en el lugar donde cayó el Sr. al-Hallaq.
Pero el día anterior, dijeron los fiscales, la grabadora a la que las cámaras estaban conectadas había sido desconectada.
El abogado del oficial novato, citando la juventud y la inexperiencia de su cliente, expresó su confianza en que el caso sería retirado.
