Cuando parecía que el cansancio y el rival lo superaban, Rafael Nadal sacó la casta para llegar por octava ocasión a las semifinales de Wimbledon.
Con buena parte del público rugiendo y poniéndose de pie tras los mejores golpes, el español revirtió déficits de un set ante el décimo primer preclasificado y resucitó el miércoles con una victoria 3-6, 7-5, 3-6, 7-5, 7-6 (10-4) que lo instaló por octava vez en esta instancia de la competencia.
“En varios momentos pensé que no podría terminar el partido”, dijo Nadal.
El tenista de 36 años de edad se retorció por el dolor abdominal e, incapaz de desplegar su juego, temió en abandonar su partido contra Taylor Fritz por los cuartos de final de Wimbledon.
En las gradas de la Cancha Central, el padre de Nadal agitaba sus brazos, indicándole al campeón de 22 grandes que se retirara.
El hijo hizo caso omiso. Nadal siguió en la pista, modificó su mecánica del saque y la estrategia de juego y encontró la manera de ganar.
