Ottawa, Canadá. – (Agencias) Raisa Patel, corresponsal de la fuente política del diario canadiense The Torornto Star, hace un análisis sobre el dividido y crispado ambiente político en que se enfrentan los políticos de todas las tendencias en estos momentos en Canadá, después de actos que muestran la gravedad que se vive a partir de la polarización social.
Un ejemplo de ellos fue la agresión sufrida por Jagmeet Singh, líder del Partido Nuevo Demócrata, cuando al salir de su oficina de campaña en Peterborough, el pasado martes, fue abordado por una turba que le lanzaba amenazas de muerte y graves insultos. En esos momentos Singh vivía lo que The Star a calificado como “una enfermedad que aflige cada vez más a la democracia de Canadá”.
De acuerdo con Singh, “la polarización y la desinformación” fueron la raíz de la agresión de una turba que encabezaba Neil Sheard, un activista anti-medidas pandémicas que fue uno de los organizadores de la manifestación “Rolling Thunder”, «Trueno Rodante”, que realizaron cientos de camioneros en el centro de Ottawa, contra la obligación de la vacuna para los transportistas que cruzaban a Estados Unidos, creando un caos en la capital del país.
Pero los ataques, la polarización, y la desinformación junto con los teóricos de la conspiración, han sido para figuras políticas de todos los signos. El primer ministro Justin Trudeau fue uno de ellos. Una foto de 2016 de Trudeau, su hijo Xavier y la entonces ministra de Comercio Internacional, Chrystia Freeland, se compartió en las redes y en línea, diciendo que Trudeau había llevado a su hijo al concierto de U2 durante su visita a Kiev. Ninguno había asistido al concierto.
Pero tampoco los aspirantes al liderazgo conservador se salvaron. El miércoles por la noche, mientras se presentaron en un escenario en Edmonton donde se llevaba a cabo el debate entre los aspirantes, los chats en vivo en YouTube explotaban de teorías conspirativas sin ningún fundamento sobre cuál de ellos era un supuesto agente vinculado con el Foro Económico Mundial.
De acuerdo con los expertos, los incidentes ilustran de manera más amplia el flagelo de contenido engañoso que afecta a Canadá, cuyas consecuencias tiene un alcance cada vez mayor. El experto en desinformación del Instituto Macdonald-Laurier, Marcus Kolga, ha observado como medios rusos trataron las narrativas y conspiraciones contra la medida de vacunación en Canadá que usaron los transportistas en todo el país. Y, a su vez, también ha visto a grupos de canadienses anti-medidas pandémicas aprovechar y difundir información rusa no comprobada sobre Ucrania.
Estas “amenazas existenciales”, dice Kolga, darán lugar a un aumento de las narrativas radicales que podrían incitar a más protestas como el convoy de Ottawa y los disturbios en el Capitolio de los Estados Unidos. “Si no nos ocupamos de este problema ahora mismo, y si no lo abordamos, eventualmente socavará nuestra democracia”, dijo.
Pero Canadá todavía está analizando cómo planea frenar la avalancha de información falsa, incluso cuando otras naciones han tomado medidas recientemente para abordarlo directamente. La Unión Europea aprobó en abril pasado una legislación histórica que protege al usuario de Internet de la desinformación, el discurso de odio y otros contenidos dañinos, lo que obliga a las empresas tecnológicas a eliminar las publicaciones señaladas en su plataforma o, de lo contrario, recibirán fuertes multas.
También el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos creó, recientemente, una “Junta de Gobierno de la Desinformación” para contrarrestar la información considerada falsa proveniente del extranjero. Sin embargo, los países han abordado el problema de varias maneras, algunas de las cuales se han visto como intentos legítimos de eliminar contenido deliberadamente engañoso, mientras que otros han sido criticados como intentos políticamente motivados para restringir la libertad de expresión.