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El Afganistán Rural, «Todos aquí odiaban a los estadounidenses»

Dijo Zabiullah Haideri, de 30 años, y dueño de una tienda que fue destrizada en 2019 por un ataque aéreo que mató a 12 civiles afganos.

Sinzai, Afganistán. – (Agencias) En Sinzai, un pueblo rodeado de montañas, se puede observar muchas banderas blancas ondeando en los huertos de manzanas, todas ellas marcando el punto exacto donde los ataques de los estadounidenses mataron a los afganos civiles de la aldea.

En el pueblo se encuentra un edificio en ruinas que albergó alguna vez tiendas donde los habitantes podían surtir sus alimentos, destruido por un ataque aéreo. En la carretera están los restos oxidados de un vehículo. También en estos lugares hay banderas blancas.

De acuerdo con el artículo de Sudarsan Raghavan, corresponsal de The Washington Post, son los recordatorios de la herencia dejada por los estadounidenses en muchas áreas rurales.

“Todos aquí odiaban a los estadounidenses”, dijo Zabiullah Haideri, de 30 años, y dueño de una tienda que fue destrizada en 2019 por un ataque aéreo que mató a 12 civiles afganos. “Asesinaron a civiles y cometieron atrocidades”.

En la capital, Kabul, y en otras grandes ciudades de Afganistán, Estados Unidos será recordado por permitir dos décadas de progreso de las mujeres, medios de comunicación independientes y otras libertades.

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Pero, escribe Raghavan, en las zonas rurales al interior de país, el principal campo de batalla de la guerra más larga de Estados Unidos ven a los estadounidenses a través de tres cristales: el conflicto, la brutalidad y la muerte.

En la provincia de Wardak, a unos 40 kilómetros de la capital, lucharon contra el talibán el ejército estadounidense, la CIA y las despiadadas milicias que armaron y entrenaron.

Y en medio quedó la población desprotegida ante el fuego cruzado, que muchas veces fueron víctimas fatales de operaciones antiterroristas de Estados Unidos, ataque con aviones no tripulados y tiroteos.

Sinzai y el distrito que lo rodea, Nerkh, es una clara muestra de los que es el Afganistán rural, hogar de casi las tres cuartas partes del país, después de la era estadounidense, escribe Raghavan.

Por primera vez en 20 años, la paz ha surgido, escribe Raghavan que viajó a la región. La vida allí ofrece una visión de como gobernará el Talibán y por qué los talibanes tomaron el país tan rápido.  

Fueron víctimas de las duras tácticas de las fuerzas de ocupación estadounidenses y las fuerzas afganas oficialistas y de la corrupción de un gobierno afgano apoyado por Estados Unidos.

Fueron víctimas sin poder recurrir a nadie para recibir justicia por sus familiares asesinados, hasta que llegaron los talibanes. La sociedad rural es tradicionalista y aceptaron la aplicación cruda del islam.

Las zonas rurales nunca vieron la cara “generosa” de los estadounidenses. Los miles de millones de dólares que llegaron a Afganistán, ni uno llegó a Sinzai, que está a menos de dos horas en coche de Kabul, la capital.

La reconstrucción fuera de la capital se vio frustrados por la inseguridad, la corrupción y la ineficiencia, concluyó la propia agencia de vigilancia de los Estados Unidos. Sinzai y las aldeas vecinas toda vía no tiene ni luz ni agua corriente.

“Los estadounidenses no dejaron nada”, dice Khan Mohammed, de 32 años, dueño de una tienda afuera de un complejo militar estadounidense abandonado. “Solo esa base vacía”.  

Con la salida de las fuerzas de ocupación estadounidenses y la caída del gobierno Ashraf Ghani, ahora los campesinos están experimentando una calma diferente a cualquiera y una seguridad que no la habían tenido nunca durante dos décadas.

Con la llegada de los talibanes, los asesinatos y robos han prácticamente desaparecido. El imán de la aldea, Mohammed Omar, dijo, parado a las afuera de la mezquita llena de agujeros, “el principal cambio es que ahora hay paz y seguridad, y los asesinatos de la gente se han detenido”.