Internacional

El llanto de los niños migrantes resuena en Tapón del Darién

La selva está llena de peligros, no sólo por las caídas, ni por las fuertes corrientes en los ríos, ni por el lodo y el barro, sino además por la presencia de bandas criminales

Panamá, Panamá. – (Agencias) Son cientos o miles de personas que pasan por el Tapón del Darién, un territorio inmenso en la selva de Panamá, entre Colombia y Panamá, una de las primeras etapas de aquellos que deciden abandonar su país para buscar un futuro mejor en Estados Unidos. Miles de niños también son llevados por la peligrosa ruta.

La selva está llena de peligros, no sólo por las caídas, ni por las fuertes corrientes en los ríos, ni por el lodo y el barro, sino además por la presencia de bandas criminales. 53 personas murieron el año pasado en el intento. Una mayoría de venezolanos, algunos colombianos, y otras de diversas nacionalidades.

Para las personas que llegan sanos y salvos a Canaán Membrillo, el puesto fronterizo y primer control en territorio panameño, es sinónimo de esperanza, aunque todos coinciden en que no repetirían esa experiencia. Viajan con lo puesto, en ocasiones acompañados de sus familias, pero todos llevan el sufrimiento a sus espaldas.

«Me perdí tres días dentro de la selva con mi familia, con mis hijos íbamos demasiado lento, no le llevaba el ritmo al grupo de personas y nos quedamos de último y nos perdimos, después los volvimos a encontrar, luego volvieron a salir y nos volvimos a perder, nos perdimos dos veces en la selva», explica el venezolano Darwin Vidal, mientras curan sus heridas en una rodilla.

«Fuera de eso, los ríos, las piedras, las lluvias, sin alimentos, comienzas con peso y a medida que te vas comiendo tus enlatados y se te acaba la provisión, y cuando ya terminas en cierto punto, ya llega uno a dos días sin comer. Llegaron refugios, algunos buenos, otros muy básicos, pero es muy duro, no se lo deseo a nadie», comenta emocionada la colombiana, Esperanza Guerrero.

El Ministerio de Seguridad Panameño dijo que 185,000 personas han cruzado por el Paso del Darién entre enero y mediados de octubre de este año, de estas más de 133,000 son venezolanas. La cifra resulta desgarradora, teniendo en cuenta que en todo el año pasado sólo cruzaron por este paso 2,800 venezolanos.

Con tan solo cuatro años, Cristian ha atravesado esta selva, al igual que otros 21,570 menores de edad este año hasta septiembre pasado, según cifras oficiales. Cristian llora porque quiere la cámara de fotos de la Agencia EFE; llora porque su madre, María Pernalete, le limpia los pies llenos de picaduras infectadas; llora cuando le echa la pomada sobre las heridas y cuando lo obliga a tomar un jarabe para frenar la fiebre.

En su informe de situación a agosto de este año, Unicef estimaba que para finales de 2022 al menos 30,000 niños habían cruzado el Darién. «Es uno de los años con mayor incremento de personas de tránsito en el Darién, particularmente de niños, niñas y adolescentes», dice a EFE la oficial de protección infantil de Unicef, Margarita Sánchez.

La dureza de la selva deja huellas físicas y psicológicas en los menores. Unicef ha identificado «factores a nivel psicológico y emocional», por ejemplo «muchos niños y niñas con miedo, temores», pues «han visto cosas en la selva que no deberían haber visto siendo» tan pequeños. Sánchez enumera que los menores llegan con «ansiedad, estrés» y muchos «extrañan sus amigos o familiares o los países de donde vienen».

«Hay que entender que son niños que han estado migrando desde hace mucho tiempo, esta no es su primera vez. Esto significa que han estado por fuera del colegio» y su anhelando es «llegar a su destino final», apunta.

De acuerdo con la agencia EFE, este año se ha triplicado el número de niños, niñas y adolescentes no acompañados y separados, pues hasta el 22 de septiembre se contabilizaban 618 frente a los 205 de todo el año anterior, según Sánchez.

Los menores separados son aquellos que se han adelantado y han tenido que dejar atrás a sus padres y cuidadores durante el viaje en la selva, mientras que los no acompañados son generalmente adolescentes que vienen transitando solos y sin un cuidador legal.