Helsinki, Finlandia. – (Agencias) La boda de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, no le costó ni un centavo a los contribuyentes finlandeses. Así lo publicó la jefa del gobierno más joven del mundo el lunes.
La primera ministra se casó el padre de su hijo en octubre de 2020. De acuerdo con el tuit publicado por la joven primera ministra, la pareja pagó todo de su propio bolsillo, «incluyendo comida, bebidas, personal, flores, decoraciones, fotógrafo y música».
Este deslinde se produce en medio del “aamiaisgate”, según el diario francés Le Monde, el escandalo de los gasto del desayuno de la primera ministra.
Una tormenta en un vaso de agua visto desde el exterior, pero que a dos semanas de las elecciones municipales del 13 de junio, golpea al Partido Socialdemócrata de la primer ministra, que se encuentra en segundo lugar atrás de la extrema derecha finlandesa.
La apertura de un investigación preliminar por parte de la policía el pasado 28 de mayo, viene a amplificar el debate, aunque la policía ha declarado que esta interesada en la actuación de los funcionarios más que en Sanna Marin.
El escándalo estalló cuando el tabloide Iltalehti publicó el 25 de mayo pasado que los desayunos de la familia en Kesäranta, la residencia oficial de la primer ministro junto al mar en Helsinki, fueron financiados con dinero público.
La cantidad total serían unos 300 euros al mes, por los que Sanna Marin debería pagar los impuestos correspondientes.
De acuerdo con la ley, el jefe de Gobierno tiene derecho a una vivienda oficial,»cuyo mantenimiento, calefacción e iluminación, así como la decoración de interiores y el personal necesario, son apoyados y remunerados con fondos públicos». Pero ni una palabra sobre las comidas.
El tabloide recordó que hasta el presidente, Sauli Niinistö, paga sus comidas. Incluso, la esposa del exprimer ministro Paavo Lipponen, también socialdemócrata, calificó las revelaciones como “impactantes” y dijo que ella había “limpiado, preparado la comida y lavado ropa sola”.
Para agregar controversia, la oficina de la primera ministra se negó a entregar las facturas de las notas de compras por razones de seguridad.
De acuerdo con el equipo de Sanna Marin, las compras las realiza en una sola tienda fácil de identificar. Cuando los periodistas pidieron ver los recibos, solo recibieron documentos encriptados, en calar violación a la Ley de Acceso a la Información Pública.
Para tratar de calamar las cosas, Sanna Marin anunció el sábado que pagaría sus comidas, al tiempo que pidió que se “aclararan las reglas”.
Sin embargo, el domingo volvió a surgir la polémica cuando sus servicios informaron que las cantidades gastadas llegaban a 850 euros, mucho más que los 300 iniciales.
