Atlanta, Georgia. – (Agencias) Ha muerto el gran Hank Aaron, a los 86 años, uno de los mejores jugadores del béisbol de los Estados Unidos, que pasó al libro de la historia al romper el récord de otro grande del béisbol, Babe Ruth.
Ese hecho representó una confrontación con el racismo enraizado en gran parte de la sociedad americana en ese momento.
Hank Aaron lo confrontó, y logró la hazaña. A partir de ese momento, Hank dedicó su vida a la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en los Estados Unidos.
Aaron se convirtió en el décimo miembro del Salón de la Fama del Béisbol Nacional en morir desde el pasado abril, una pérdida irreparable de la fuerza estelar, la historia y el conocimiento institucional del juego.
De acuerdo con Dave Sheinin, analista del béisbol del Washington Post, a lo largo de sus 23 años en el béisbol, en los equipos de Milwaukee y luego en Atlanta, Hank era admirado como un modelo de jugador de excelencia, constante en el diamante, sin el carisma exagerado de Ruth o el exuberante estilo de sus contemporáneos Willie Mays y Roberto Clemente.
Hank batió el récord de jonrones de Babe Ruth, de 714, en 1974, dos años antes de su retiro, con 755 jonrones.
Hank Aaron, conocido por los fanáticos del béisbol como “Hank” o “Hammerin Hank”, por su poder con la pelota, creció en Alabama y nunca olvidó las burlas que recibió mientras jugaba en el sur en la época de la segregación.
La fuerza de la lucha por los derechos civiles.
Hank siempre dijo que su inspiración para toda la vida fue Jackie Robinson, el infielder de los Brooklyn Dodgers, que rompió la barrera de color en el béisbol de las Grandes Ligas en 1947.
Aaron siempre recordó cuando Robinson fue a un juego de exhibición a su ciudad natal, Mobile, Alabama, un momento especial para la futura estrella de 14 años. A lo largo de su carrera, Hank recordó siempre la templanza y seguridad al pisar el diamante ese día.
“Jackie Robinson tenía que ser más grande que la vida”. Escribió Hank décadas más tarde en Times.
“Tenía que ser más grande que los compañeros de Brooklyn que hicieron una petición de mantenerlo fuera del club de béisbol, tenía que ser más grande que los pitcher que le lanzaban a golpearlo o los corredores que le clavaron los spikes en su espinilla, más grande que los desesperados agentes del banco que le gritaban para que llevara su dinero y brillara sus zapatos, más grande que los llamados fans que se burlaban de él golpeándole la cabeza y amenazándolo de muerte”
Robinson había jugado en la década de los cuarenta en las viejas ligas negras, un circuito profesional de todos los equipos negros, antes de unirse a los Dodgers.
Hank Aaron jugó durante un mes en 1952 con los Indianápolis Clowns, un equipo de gira de la Liga Americana Negra, antes de firmar con los Bravos.
Poco después de llegar a las Grandes Ligas en 1954, Hank se unió al movimiento por los derechos civiles. Hizo campaña por él entonces senador John F. Kennedy, en Milwaukee, en 1960, y se le reconoció por ayudar al candidato demócrata en las primarias presidenciales de Wisconsin.
En 1966, en pleno apogeo de la lucha por los derechos civiles, los Bravos decidieron mudarse a Atlanta. Esto preocupo a Hank. “He vivido en el sur, y no quiero volver allá”, dijo. “Podemos ir a cualquier parte de Milwaukee. No sé que pasara en Atlanta”.
Se convirtió en la estrella más grande de un equipo que representaba el corazón del viejo sur y se hizo tan reconocido en Atlanta como otro de los residentes de la ciudad, el reverendo Martin Luther King Jr.