Londres, Inglaterra. – (Agencias) La vida de la princesa Alicia de Battenberg da sentido al dicho de que la realidad supera a la ficción. Nació sorda, le diagnosticaron esquizofrenia, la encerraron en un sanatorio, salvó judíos de los nazis, a pesar de que dos de sus hijas estaban casadas con altos funcionarios del partido.
Creó una orden religiosa. Según explica en “The Crown Dissected” el historiador Hugo Vickers, “Alicia dirigía una orden religiosa y siempre estaba buscando fondos. Vendió la mayor parte de sus posesiones y, en tiempos de guerra, cedió sus raciones de comida a los huérfanos o a cualquiera que lo necesitara”.
De acuerdo con Vickers, la princesa Alicia fue a vivir al palacio de Buckingham tras el golpe de estado en Grecia por los militares, pero no a un cuarto reducido como lo describe la serie de Netflix The Crown, fue en un espacioso departamento.
“Era tan reservada que destruyó todas sus cartas y, cuando murió solo dejó tres vestidos”, declaró el historiador a The New York Times.
La princesa Alicia de Battenberg nació en 1885, en el Castillo de Windsor y en presencia de su bisabuela la reina Victoria. A los 18 años se casó con el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca. Procrearon a 5 hijos, 4 niñas y un varón, Felipe.
Después de la guerra greco-turca, Andrew y Alicia fueron expulsados de Grecia con sus cinco hijos, cuatro niñas, que se casarían con alemanes que más tarde sirvieron bajo Hitler en la segunda guerra mundial.
Y un niño, Felipe, que se formó en internados de Inglaterra y Escocia, y sirvió en la Marina Real Británica, mientras su padre se instaló por su cuenta en Montecarlo.
A su madre, la princesa Alicia, le diagnosticaron esquizofrenia paranoide y fue encerrada en un sanatorio en Suiza. En una etapa obscura, fue parte de los experimentos del Doctor Sigmund Freud, según el periódico inglés The Guardian.
El padre del psicoanálisis diagnosticó que todos los problemas de la princesa se debían a sus niveles de hormonas y a su “frustración sexual” y le recetó que se le aplicaran rayos X sobre los ovarios para acelerar la menopausia.
El tratamiento fue un fracaso y solo le dejó secuelas de por vida. Escapó del sanatorio y se dirigió a Grecia. Ahí fundó una orden ortodoxa de monjas.
Se volvió a reunir con toda su familia con motivo de una tragedia. En 1937, en un accidente aéreo muere su hija Cecilia, junto a su marido y sus dos hijos.
Según Rebeca Cope en su libro “Tlater”, la princesa sirvió en la Cruz Rija durante la Segunda Guerra Mundial. Ella había trabajado de enfermera en la guerra de los Balcanes.
La princesa Alicia, y su congregación La Hermandad Cristiana, ayudó a una familia judía a escapar de la limpieza étnica nazi, que, en 1913, había ayudado a su vez a la familia real a escapar de Grecia.
A partir de ese momento, ya convertida en monja se dedica junto con su congregación al servicio humanitario. La princesa Alicia, sumamente espiritual, se interesó durante su vida por varias religiones,
En 1953, asistió a la coronación de Isabel II, a diferencia de su presencia en la boda real de su hijo Felipe, está vez con los hábitos de monja.
Como parte de su extraordinaria vida, con las pocas joyas que le quedaban, mandó fabricar el anillo de compromiso que Felipe utilizó al pedirle el matrimonio a Isabel.
En 1967, se exilió por segunda vez de Grecia y se va a vivir con su hijo y su esposa, la reina Isabel II, al palacio real, hasta su muerte en 1969.