París, Francia. – (Agencias) París ha cerrado una dolorosa herida tras el juicio lleno de testimonios desgarradores de quienes sufrieron el peor ataque terrorista después de la Segunda Guerra Mundial en París. Aquella noche de pesadilla del 13 de noviembre de 2015.
Salah Abdeslam, de 32 años y ciudadano francés nacido en Bruselas, el único sobreviviente del grupo de 10 terroristas que llevaron a cabo los ataques coordinados en París fue declarado culpable por la participación en los atentados con bomba y tiroteos en la ciudad luz, que mataron a 130 personas e hirieron a más de 400, y sentenciado a cadena perpetua, la sentencia más fuerte que establecen la leyes francesas.
Los ataques, reivindicados por el Estado Islámico, comenzaron el 13 de noviembre de 2015 por la noche en el exterior del estadio nacional de futbol, donde se desarrollaba un partido amistoso entre las selecciones de Francia y Alemania, con la presencia del presidente de Francia.
De ahí, siguió la ruta de sangre que fueron dejando los terroristas entre tiroteos desde los vehículos y atentados suicidas a los restaurantes Le Carillon y Le Petit Cambodge para que, finalmente, atacaran el teatro Bataclan, donde se presentaba el conjunto norteamericano Eagles of Death Metal, matando a 90 personas que se encontraban en el abarrotado teatro.
Otros 19 sospechosos fueron declarados culpables de conspirar u ofrecer apoyo logístico, con sentencias que van desde dos años hasta cadena perpetua. Mohamed Abrini, un amigo de la infancia de Abdeslam que fue acusado de transportar a los atacantes y armas, fue condenado a cadena perpetua con 22 años como mínimo. Solo 14 de los 20 acusados comparecieron ante el tribunal. Los demás estaban desaparecidos, dados por muertos, y fueron juzgados en ausencia.
El juicio.
En un tribunal especialmente construido y fuertemente custodiado, cientos de personas que sobrevivieron a los ataques más mortíferos dieron detalles impactantes de sus experiencias durante 10 meses. Desde arrastrarse entre cadáveres en el Bataclan hasta ser rehenes de los hombres armados que estaban ahí o esquivar los disparos de Kalashnikov en mesas de restaurante en la calle.
De los 10 que constituían la célula de ISIS, 9 murieron esa noche, ya sea porque accionaron sus chalecos bomba o fueron eliminados por la policía, incluido el hermano mayor de Abdeslam, Brahim, quien detonó su chaleco bomba en Le Carillon.
Abdeslam, fue a Le Petit Combodge, al norte de París, pero tiró su chaleco bomba en un contenedor y llamó a sus amigos para que lo recogieran y lo llevara de regreso a Bruselas, Durante meses permaneció escondido en la ciudad donde había crecido, logrando evadir una de las cacerías humanas más grandes en Europa.
En marzo de 2016, Abdeslam finalmente fue arrestado después de un enfrentamiento con la policía belga en el suburbio de Molenbeek-Saint-Jean en Bruselas. Días después de su arresto, terroristas sospechosos de ser parte de la misma unidad atacaron el aeropuerto de Bruselas y el sistema de metro de la ciudad, matando a 32 e hiriendo a cientos.
De acuerdo con los investigadores, Abdeslam tenía la intención de inmolarse en el bar esa noche de los ataques en parís, pero su chaleco explosivo salió defectuoso. Se echó para atrás en el último momento. Fue acusado de proporcionar un apoyo logístico y de planificación crucial y también de dejar a los terroristas suicidas en el Estado de Francia al comienzo de la noche. Abdeslam permaneció en silencio durante años después de su arresto en 2016.
Los fiscales encontraron contradicciones en el testimonio de Abdeslam en el tribunal especial de París. Al inicio del juicio, juró lealtad al Estado Islámico y lamentó que los explosivos atados a su cuerpo no detonaran. Sin embargo, más tarde dijo que había cambiado de parecer cuando llegó al bar y se quitó deliberadamente el chaleco porque no quería matar a la gente que estaba “bailando y cantando” en una noche de fiesta”.
Dijo que su hermano mayor, a quien siempre había tratado de emular e impresionar, le había pedido en el verano de 2015 que reuniera a los combatientes del Estado Islámico que regresaban a Europa desde Siria y los trajera a Bruselas. Los fiscales descartaron como falso su versión de que lo habían convencido para unirse a la unidad solo dos días antes de los ataques.
Durante el transcurso del juicio de 10 meses, el comportamiento de Abdeslam cambió, en abro se disculpo con las víctimas en la corte y les pidió que “me odien con moderación”. El lunes ante el tribunal, sus últimas palabras fueron que había “evolucionado”. “He cometido errores, pero no soy un asesino. No soy un asesino. Si me condenan por asesinato, estarán cometiendo una injusticia”, dijo Abdeslam al tribunal esta semana.
“Mis primeras palabras son para las víctimas. Ya he dicho lo siento. Algunos dirán que mis disculpas son insinceras, que es una estrategia… Más de 130 muertos, más de 400 víctimas. ¿Quién puede disculparse sin sinceridad por tanto sufrimiento?”.
Durante los argumentos finales del lunes, la abogada de Abdeslam, Olivia Ronen, dijo a los jueces que su cliente era el único miembro del grupo que no había detonado explosivos para matar a otros esa noche. No podía ser condenado por asesinato, argumentó. Abdeslam le había dicho al tribunal que él “no era un peligro para la sociedad”.
Los fiscales argumentaron que una sentencia de cadena perpetua estaba justificada y dijeron que la rehabilitación de Abdeslam en la sociedad parecía imposible debido a su «ideología mortal». Durante el juicio, un abogado le preguntó a Abdeslam cómo le gustaría ser recordado. “No quiero que me recuerden”, dijo. “Quiero ser olvidado para siempre. No elegí ser la persona que soy hoy”.