Washington, D.C. – (Agencias) Si algo está quedando claro en estas elecciones de Estados Unidos, es el descredito a los procesos democráticos en un país que se jactaba de ser el gran ejemplo. Las democracias de ahora en adelante tendrán que revisarse ante un panorama que será desbordado por las masas ante la ausencia de liderazgos confiables.
La actitud de Trump de calificar de fraude la elección, lo que tácitamente descalifica la elección, llevó a Andrew Bates, portavoz de la campaña de Biden, a contestar.
Dijo que si Biden gana las elecciones y Trump se niega a aceptarlas, “el Gobierno de Estados Unidos es perfectamente capaza de escoltar a los intrusos fuera de la Casa Blanca”, informó The New York Times.
La parte final de esta carrera espinosa e incierta, se dirime en espacios reducidos, con las fallas posibles ante una avalancha de votos. En el panorama de desconfianzas que el propio sistema ha creado, la descalificación de Trump deja a la sociedad americana con una gran dilema, creer o no en su democracia.
Ante la inminente derrota, Trump ha agarrado al sistema por la parte que más fuerte tiene: la Corte Suprema. De los 9 jueces, 3 han sido nombrados por Trump, pero cuenta con los otros tres del lado conservador.
Esta posición añade un ingrediente picante a un ambiente de por si encendido. El avance de Biden en los conteos de Pensilvania y Georgia, ha encendido las últimas alarmas a la campaña de Trump. Como un toro herido dará su último aliento para tratar de arrebatar antes que perder.
La debilidad de la democracia en Estados Unidos, es su propio sistema. La elección indirecta del voto popular, hace que quien tiene más votos no necesariamente gana.
En este caso, Biden lleva la delantera en el voto popular, y en el numero de delegados al Colegio Electoral. Sin embargo, el camino aún es largo. Faltan bastantes boletas por contabilizar y, lo más duro, los procesos en los Tribunales.
Por lo pronto Trump desconoce la elección. La democracia en Estados Unidos está a prueba.