Madrid, España. – (Agencias) Tras la primera investigación exhaustiva sobre las denuncias de abusos sexuales de una orden religiosa en España, se identificaron a 81 menores y 37 víctimas adultas de abusos sexuales a manos de 96 sacerdotes jesuitas.
Ante esta revelación, las victimas elogiaron la investigación, pero criticaron el hecho de que no se revelaran los nombres de los abusadores ni de sus encubridores.
La Sociedad de Jesús en España, los jesuitas, afirma en su informe que la investigación interna confirmó que 96 miembros habían sido acusados de abusos sexuales desde 1927, el año del primer caso registrado.
Desde entonces, 65 de esos jesuitas cometieron estos delitos contra menores de edad. Sin embargo, el documento destaca que los acusados constituyen apenas el 1% de los 8,782 miembros admitidos en la orden durante los últimos 93 años.
Los casos registrados derivan de denuncias, relatos de testigos e informes periodísticos y van desde declaraciones inapropiadas a abusos y violaciones.
Sólo 17 de los abusadores de menores siguen vivos y de éstos, los 13 que siguen vinculados con la orden han sido castigados o aguardan los resultados de investigaciones penales o internas y todos han sido reubicados en funciones sin contacto con niños, dice la publicación.
El documento sostiene además que hay 19 casos de «rumores« donde no se han encontrado pruebas que permitan hacer denuncias fehacientes y que 15 de los acusados fueron absueltos.
Tal como sucede con otras órdenes religiosas especializadas en la educación, el informe muestra que las escuelas jesuitas se convirtieron en ricos cotos de caza para los curas depredadores, a los que suministraban una cantidad constante de víctimas.
En cuanto al lugar donde se produjeron los abusos, la mayoría tuvieron lugar en el recinto escolar: clases (5), instalaciones (26), habitación de un jesuita (3) e internados (6). También en la casa familiar de la víctima (6), en un templo (3) o en instalaciones parroquiales (6), en despachos (4), en lugares públicos (1) o en otros centros (1).
Una tímida medida
El reconocimiento de los jesuitas españoles es significativo, dado que en general las órdenes religiosas han escapado a las investigaciones penales, pesquisas nacionales y revelaciones voluntarias de abusos sexuales, las que tienden a concentrarse en los curas de las diócesis.
Las asociaciones de víctimas elogiaron la revelación, pero criticaron el hecho de que no revela los nombres de los abusadores ni de sus encubridores. También quieren que se abran procesos penales contra los pocos abusadores que siguen con vida y un plan detallado de compensación a las víctimas.
«Es una tímida medida que va en la buena dirección, pero se queda muy corta», dijo el vocero de la Asociación Infancia Robada, Miguel Hurtado, en comentarios a The Associated Press.
Para Hurtado —él mismo una víctima de abusos cuando era miembro de un grupo juvenil católico en el noreste de España—, la identificación de los victimarios es necesaria porque la jerarquía durante años ocultó a los clérigos acusados, los trasladó de diócesis o de parroquia o incluso los envió al exterior como misioneros.
«Una vez más, el informe da la impresión de que los abusos han surgido por casualidad, por mala suerte, no como fruto de una política de encubrimiento institucional implementada durante décadas», afirma el activista.
Un mal más allá de España
En Estados Unidos, la sección noroeste de los jesuitas pagó en 2011 lo que fue hasta el momento la reparación más grande, 166 millones de dólares a 500 víctimas, muchas de ellas de pueblos originarios que sufrieron violaciones y abusos en escuelas y parroquias remotas de los jesuitas en Alaska.
Las acusaciones se centran en doce curas y tres misioneros, acusados de abusar sexualmente de niños esquimales de 15 pueblos, entre 1961 y 1987.
El papa Francisco, el primer pontífice jesuita, ha tratado de sensibilizar a la Iglesia en todo el mundo sobre el problema del abuso clerical y ha aprobado leyes para responsabilizar a los miembros de la jerarquía que lo encubren.
Las grandes órdenes religiosas operan en muchos sentidos por fuera de la estructura diocesana de la jerarquía católica y responden a sus propios superiores, los que a su vez responden directamente al Vaticano.
Por eso, habitualmente no están sometidas a las normas o recomendaciones de sus conferencias nacionales de obispos, que en los últimos años han tratado de controlar el problema, pero pocas fuera de Estados Unidos están de acuerdo con publicar los nombres de los curas acusados.
Algunas órdenes religiosas en Estados Unidos se han visto obligadas a revelar información sobre los depredadores en sus filas como parte de juicios civiles o procesos de bancarrota.
Otras lo han hecho voluntariamente, aunque bajo presión tras el estallido más reciente del escándalo en Estados Unidos, en 2018, pero muchas órdenes han logrado ocultar esa información y fuera de Estados Unidos las revelaciones por parte de las órdenes son sumamente raras.