Internacional

Un nuevo Putin da un paso al frente para ser escuchado

Putin entiende que es ahora el momento de ser escuchado, que durante sus 22 años en el poder, es Ucrania el capitulo final de su legado, al menos, así lo entiende, lo que sigue en el escenario mundial nos dirá si esta vez acertó

Washington, D.C. – (Agencias) El presidente de Rusia, Vladímir Putin, está en el centro de la tormenta que amenaza no solo la seguridad de Europa sino se encamina a una nueva conformación del ajedrez mundial entre las potencias militares. Durante mucho tiempo, el presidente ruso ha sido ignorado por la prepotencia occidental acrecentada después de la caída de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS).

En un excelente artículo de Paul Sonney, reportero de seguridad nacional centrado en el ejército de Estados Unidos, y Robyn Dixon, jefa de la oficina de Moscú y corresponsal extranjera, ambos del prestigiado periódico estadounidense The Washington Post, analizan la evolución de Putin durante sus 22 años en el poder.

Putin entiende que es ahora el momento de ser escuchado, que durante sus 22 años en el poder, es Ucrania el capitulo final de su legado, al menos, así lo entiende, lo que sigue en el escenario mundial nos dirá si esta vez acertó.

Putin.

Putin es ese hombre sentado en la mesa larga donde conversa con los lideres y ministros extranjeros, a una distancia casi “cómica”, aseguran Sonney y Dixon. Es el hombre con un abrigo negro, de figura solitaria, depositado flores en un cementerio en San Petersburgo, o aquel sentado en solitario en su cabina en los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijín.

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Ha envejecido, está aislado, pero más poderoso que nunca y casi a punto de iniciar una posiblemente catastrófica guerra. Putin, pasó de ser una ocurrencia tardía de Washington a ser el hombre más vigilado del mundo y al que se le suplica, utilizando el poderío militar ruso reconstituido para obligar al mundo a tomar en cuenta los intereses rusos, después de años de quejarse de ser ignorado por los países occidentales.

Después de dos años de aislamiento pandémico y a ocho años de sanciones de Occidente que, según los expertos, alimentaron la mentalidad de fortín que mostró desde sus primeros años, Putin ha lanzado su último acto bélico. Ya abuelo, y con 69 años, tiene le tiempo para pensar en su legado del gobierno más largo de Rusia, incluido el de Josep Stalin, y reflexionar en uno, sino el más importante, de sus fracasos más insoportables: la huida de Ucrania a los brazos de occidente.

La creciente apuesta de Putin surge cuando Estados Unidos se encuentra sumido en una “disfunción política” y humillado por las guerras de Irak y Afganistán, y ve declinar su poder en el mundo, apuntan Sonney y Dixon. A medida que el gobierno de Estados Unidos se “tambaleaba”, Putin reformó el ejército de Rusia para convertirlo en una fuerza capaz, erradicó a la oposición política del país, amplió el control sobre el Internet y los medios nacionales, enmendó la constitución rusa para retener el poder y endureció las finanzas contra la presión extranjera.

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Vladímir Putin

Con el poder absoluto, ha construido constantemente una base para asumir mayores riesgos en el extranjero y ganar la confianza para enfrentarse a Washington. En muchos sentidos, Putin cree que ha llegado al fin su momento.

“Si estan sentado en el Kremlin, los cosas no han sido mejor desde el punto de vista de tratar de impulsar tus intereses contra Occidente”, según Thomas Graham, director principal para Rusia del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) de la Casa Blanca durante la presidencia de George W. Bush. “La trayectoria de los acontecimientos le diría a Putin que está en ascenso y que Estados Unidos está en declive”.

De acuerdo con Sonney y Dixon, el cambio en Putin se produce cuando se ve a si mismo cada vez más en términos históricos. “Putin está tan involucrado con el estado ruso que no puede dejar de pensar que él es el estado”, dijo Fiona Hill, quien ocupó el puesto más alto de Rusia en el NSC bajo la presidencia de Donald Trump. “Él ya es historia viva”. Para Putin, perder Ucrania sería sufrir una humillación histórica, dijo Hill. Y describió el pensamiento de Putin como: “Él no va a dejar que Ucrania se escape, no bajo su mando”.

El largo viaje desde la URSS

La historia de Putin, que inicia al heredar un país que se quebraba por el colapso de la URSS y llega hasta amenazar a Occidente con una guerra a gran escala en Ucrania, es la historia de un líder que durante años se sintió menospreciado y degradado por la sucesión de presidentes estadounidenses preocupados por otros asuntos, solo para construir el poder para contraatacar.

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Desde sus inicios mostró su capacidad bélica. Dirigió una guerra brutal contra los separatistas chechenos, quienes produjeron atentados asesinos contra civiles, prometiendo su famoso: “arrojar los restos a sus retretes”, y exhibió una especial paranoia sobre los extranjeros que intentaban destruir a Rusia.

Para él, un hombre que peleó en su juventud en las calles de Leningrado y se formó en los servicios de seguridad soviéticos donde hizo una carrera, la debilidad de Rusia después del colapso de la URSS era repugnante.

En 2004, su coraje por la fragilidad repugnante de su país se mostró en su discurso de 2004, con motivo del ataque terrorista de los separatistas chechenos a una escuela en la ciudad rusa de Beslán. Putin lamentó el que no se protegiera al país después de la caída de la URSS, dando la oportunidad a sus enemigos de destrozar a Rusia. “Demostramos debilidad y los débiles son derrotados”, dijo Putin. Prometió fortalecer a Rusia e inmediatamente tomó las medidas para consolidar su poder.

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Odiaba cómo Estados Unidos se lanzaba con todo su peso sin control contra las zonas exsoviéticas. En las revoluciones de “colores” que llevó a muchas de las repúblicas exsoviéticas a tener gobiernos prooccidentales como Georgia, Ucrania y Kirguistán, Putin vio la intromisión descarada de Estados Unidos a su radio de influencia. En 2004, vio a Estados Unidos aprovechándose de las fuerzas armadas rusas en la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia los países bálticos y a 4 países de Europa del Este. Vio la arrogancia desenfrenada de un país temerario, intoxicado con un poder indiscutible, en la invasión estadounidense a Irak y Afganistán.

El trato de Estados Unidos hacía él solo alimento su ira y suspicacia. En el viaje del entonces presidente Bush al sudeste asiático en 2006, el Air Force One hizo escala en Moscú pero no acudió al Kremlin, lo que obligó al presidente Putin a ir al avión y reunirse en la terminal. El propio presidente Barack Obama descartó a Rusia como potencia mundial, y se sumó a los desaires a Putin, que después se los regresaría desde la Casa Blanca. (continuará…)