CulturaLado B

¿Cuánta tierra necesita un hombre?, por Tolstói 4

—Todos compran —dijo—. También nosotros deberíamos comprar unas diez
desiatinas. Así no podemos seguir: ese administrador va a acabar con nosotros a
fuerza de multas.
Se pusieron a pensar en lo que podrían hacer para comprar esa tierra. Habían
ahorrado cien rublos; vendieron el potro y la mitad de las colmenas, mandaron al
hijo a trabajar y Pajom pidió un préstamo a su cuñado; de ese modo lograron
reunir la mitad del dinero.
Una vez amasada esa suma, Pajom eligió una parcela de quince desiatinas
con un bosquecillo y fue a tratar con la señora. Llegaron a un acuerdo, se
estrecharon la mano y Pajom entregó una señal. Luego fueron a la ciudad para
firmar el acta de compraventa; él entregó la mitad del dinero y se comprometió
a pagar el resto en dos años.
Así fue como Pajom adquirió esa tierra. Compró semillas a préstamo y
sembró. La cosecha fue tan buena que al cabo de un año consiguió saldar las
deudas con la señora y con su cuñado. Y Pajom se convirtió en propietario:
araba, sembraba y segaba heno en su propia tierra; talaba sus propios árboles y
sacaba a pastar al ganado a sus propios prados. Cuando iba a arar sus campos o
se quedaba mirando los sembrados y las praderas, su corazón se exultaba de
alegría. Hasta tenía la impresión de que las hierbas y las flores eran diferentes
ahora. Antes, cuando pasaba por aquellas tierras, le parecían como las demás;
ahora se le antojaban completamente distintas.