Religión

El Evangelio de hoy 16 de Diciembre: “Juan era la lámpara que ardía y brillaba”

Del santo Evangelio según san Juan: 5, 33-36

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz.

Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre».


Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN

Cuando los fariseos enviaron delegados para saber sobre la misión o el ministerio de Juan, le preguntaron si era el Mesías, Elías o el profeta; a todo eso Juan dijo que no. Y siguiendo con la tradición de los evangelios que ya conocemos se definió como la «voz que clama en el desierto», tal como el profeta Isaías lo anunciara alguna vez. Según la esperanza del pueblo judío, previo al día del Señor vendría Elías para disponer al pueblo al encuentro con su Dios; por otra parte, se esperaba el descendiente de David a quien se le llamó solamente, Mesías o Cristo, para hablar de la restauración de la gloria de Israel y del signo de la renovación de la amistad entre Dios y su pueblo. Y, en comunión con la fe judía, se esperaba al profeta que, al igual que Moisés, el profeta por antonomasia, sería mediador y testigo de una nueva alianza.

Los diferentes grupos judíos tenían expectativas diferentes en torno a estos personajes, pero la convicción general era la misma: Dios aparecería, liberaría a Israel y derrotaría a todos sus enemigos, así se conseguiría la paz tan anhelada por el pueblo y prometida por Dios. Con la aparición de Juan se confirmaron estas esperanzas, pero Jesús no cumplió con las expectativas de los diferentes grupos y eso fue lo que impidió que el pueblo de Israel se adhiriera al evangelio pregonado por Jesús. El reinado de Dios que anunciaba Jesús, no coincidía con el reinado que esperaba Israel, los romanos seguían oprimiéndolo y no se veía una esperanza de algo en contrario.

El reinado de Dios coincide con lo que Juan evangelista llama las obras de Jesús, es decir, todas aquellas manifestaciones por las que se muestra que Dios quiere un mundo nuevo, más humano, más fraterno, más solidario. Estas obras dan testimonio de la presencia y cercanía de Dios, no porque se derrote a los enemigos o porque se restaure un reino perdido, sino porque Dios se acerca a los que sufren, a los desesperados y a los desamparados, porque el reinado de Dios coincide con el anhelo de todo corazón humano: tener una vida digna.