Religión

El Evangelio de hoy 30 de Marzo: “Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy”

Del santo Evangelio según san Juan: 8, 51-59

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre». Los judíos le dijeron: «Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: ‘El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?»

Contestó Jesús: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello».

Los judíos le replicaron: «No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?» Les respondió Jesús: «Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy». Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo. 


Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN

Uno de los grandes problemas de nuestro mundo moderno es la falta de fidelidad. Con una facilidad asombrosa nos cambiamos de marca, de automóvil, de trabajo. 

Esto se extiende a la vida matrimonial en donde muchas parejas cristianas, desde el momento de su matrimonio ya consideran la posibilidad del divorcio olvidándose de las promesas ante al altar. Igualmente, muchos hermanos, con facilidad se dejan conducir por doctrinas extrañas olvidándose de las promesas bautismales y del credo que durante años han profesado en la Eucaristía. Y es que ser fiel no es fácil, implica en ocasiones arriesgarlo todo. Ser fiel a la palabra de Dios, sobre todo en cuestiones sociales, en nuestro testimonio diario, o en la vida matrimonial puede implicarlo todo, incluso la misma vida, como en el caso de Jesús.

Si algo se valora de un servidor es que sea «fiel», que sea capaz de sostener la palabra dada aun a costa de la propia vida. Para ellos, para los que han sido fieles, Jesús promete la vida que no acaba jamás. Preparémonos para reafirmar nuestras promesas bautismales en la Vigilia de Pascua.