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Hablar de un escritor es cosa de valientes

El pájaro de Recanati es de esos poetas nostálgicos, de esos que puedes leer sentado en un sillón, con música de Haydn y café caliente. Escribir reseñas de libros de poesía no es algo sencillo, hablar de escritores es complicado, más cuando intentamos conocer algunas cosas de sus vidas. La lectura de la obra de Leopardi representó un desafío, intente conocer a través del internet la ciudad de Recanati, me pareció una ciudad que vale la pena algún día conocer físicamente. El bardo italiano tenía un nombre bastante largo: Giacomo Taldegardo Francesco di Sales Saverio Pietro Leopardi (nombre completo), así de extenso era su nombre, similar a una línea de tiempo que traza un maestro de historia en su pizarrón.

Leopardi nació un 29 de junio de 1798, sus padres fueron el conde Ronaldo y Adelaida Antici (aristócratas), “…desde niño, tuvo en gran parte carácter autodidacta y se vio muy favorecida por la espléndida biblioteca del padre gracias a la cual pudo profundizar en sus estudios de latín, griego, hebreo y francés, llevando a cabo importantes investigaciones filológicas.” Fue un escritor noctambulo, duerme de día y escribe de noche, su vida cotidiana un tanto solitaria, un hombre cívico en su actuar y pensar (algo similar a nuestros abuelitos), en ocasiones tosco y contradictorio, poco amigable y dramático.

“La suma felicidad posible del hombre en este mundo es, cuando él vive serenamente en su estado con una esperanza reposada y cierta de un porvenir mucho mejor.” Era un soñador áureo, era creativo, una persona con ideas filosóficas y revolucionarias, alegóricamente cabalgaba hacia nuevos caminos en el terreno de la poesía, en su prosa hay dolor, no un dolencia común, sino más bien esas cosas que duelen en el alma y que nunca las podemos olvidar. Aconsejaba que cuando leas o escuches un discurso prestes atención excesiva para facilitar su comprensión, saber usar el tiempo, mantenerse ocupado en cosas positivas y evitar aburrirse (la no existencia), En sus poemas hay abundantes imágenes de la guerra de Troya. Cabe resaltar que vivió una infancia complicada, padecía la enfermedad de pott y murió de tuberculosis en la ciudad de Nápoles el día 14 de junio del año 1837.

Su primer obra fue “Al pie del monumento de Dante”, escrita en el año de 1819. Los libros de los poetas reflejan sus frustraciones y la grandeza de su pensamiento, en el caso de Leopardi, me parece un poeta que escribía sus historias de forma simbólica, evocaba y ponía a funcionar el relámpago de su memoria. Gustaba referir en sus poemas los paisajes que visitaba, la mayoría de sus historias se puede suponer están infundidas en esos momentos donde el escritor desde la ventana de su casa se ponía a observar el profundo horizonte. A pesar de haber viajado, Leopardi soñaba con salir de la ciudad Recanati y contemplar nuevas lunas.

Si fuera pintor como Luis Darío o Ricardo Ranz, me parece que lo dibujaría en carbón y pasteles, como un pájaro arcaico que vuela Troya; o en un óleo con todos los colores: tomando jugo de naranja en su enorme biblioteca y en su mano leyendo un libro de Homero; tal vez en forma traviesa y atrevida estaría en su ventana espiando “la belleza de la naturaleza”, no debemos olvidar que fue uno de los grandes poetas de Italia del siglo XIX. Leopardi dejo huella en poetas como Luis Cernuda y Jorge Guillén, entre otros. La ciudad de Recanati le rinde homenaje a Leopardi. Dicha Villa se destaca por su turismo, cuenta con La Piazza Leopardi, la Torre del Borgo (siglo XII), el Museo y la Biblioteca de Leopardi. Les sugiero visitar la web la página de Recanati, ahí te muestra la historia de su amado poeta. Recanati es una ciudad antigua que data del siglo XII, la edificaron con la finalidad de defenderse de los ataques otomanos.

Saltillo al igual que Recanati es una ciudad invisible, similar a las de Italo Calvino. Hoy vivimos un mundo deshumanizado, por un lado hay numerosas muertes a causa de una guerra ideológica entre Donald Trump y el mundo musulmán; Europa vive el problema de los atentados terroristas; México en plena ruptura, vive su segunda Revolución intelectual, algo similar a lo que hizo Álvaro Obregón y José Vasconcelos en el año de 1921, hablar de la cotidianidad de los días es un tema polémico.

Hablar de poesía en tiempos bélicos es complejo, te pueden juzgar de una forma no idónea, pero hablar del poeta Leopardi es como si charlas imaginariamente con una persona viva, alegóricamente es como si pelearas con los gladiadores del Coliseo Romano, tan difícil como demoler una ruina azteca, tan placentero como caminar por un bosque luego de una lluvia, tan detallado como el tiempo y tan tierno como la sonrisa de Geraldine. Leer la antología poética de Giacomo Leopardi en la traducción de Eloy Sánchez Rosillo, Editorial Pre-Textos fue un trabajo flamígero, puse a volar la imaginación y trasladarme a la biblioteca del poeta de Recanati, en primera impresión lo imagine sentado en su escritorio con dos libros, uno de Dante y otro de Petrarca, tomando café y contemplando un óleo de la Batalla de Troya.

Hablar de escritores es un reto, cada persona vive con errores y pasiones que te vuelven original, hace días escribía sobre un libro de Robert Walser, de su amor por recordar sus aventuras de joven. También leía que Octave Uzanne era un intelectual que amaba los libros y coleccionaba en su corazón cada una de las mejores historias. Poner en el papel lo que piensas es una actividad que te vuelve valiente, no tener miedo a decir lo que piensas. Respetar a las personas pero no dejar de ser sincero, los libros nos enseñan a vivir y nos hacen soñar mejores mundos.