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La campesina y su papá

La señorita campesina, de A. Pushkin. Es una historia de dos enamorados, ambos vivían en el mismo pueblo y eran hijos de dos hacendados. Los padres de ellos, aunque eran vecinos no se dirigían la palabra, pero se existía un respeto mutuo.

El papá de la muchacha se llamaba, el señor Bérestov, desde que nació se hizo responsable de la chamaca, ya que su esposa muere en el parto. Mientras que el papá del joven era el señor Grigori, un tipo que había enviudado y se distinguía porque amaba las costumbres inglesas.

Luego de un tiempo de estar fuera, regresa al pueblo el hijo del señor Bérestov, quien había sido educado en una Universidad prominente y su papá no le permitió ingresar al ejército, que en ese tiempo era una costumbre y un honor portar el uniforme militar.

En los pueblos rusos las señoritas son libres como los pájaros, caminan por los montes, se sientan a leer debajo de los arboles y disfrutan de contemplar los paisajes en la soledad de los días. Cabe mencionar que en la historia el hijo del Sr. Bérestov se llamaba Alexéi, era un tipo con personalidad y resultaba atractivo para las chicas.

No había en el pueblo ninguna muchacha que no añoraba conocer al joven, pero había en particular una joven que anhelaba verlo, ella se llamaba Lisa y era hija del Sr. Gregori. “…tenía diecisiete años. Unos ojos negros animaban su rostro moreno y agradable. Era hija única y, por tanto, mimada. Su Donaire y sus eternas travesuras maravillaban al padre”.

Era una ilusión desbordante la que tenía ella por conocer al joven galán, tanto que le pide a su amiga que lo investigue, sin conocerle ya suspiraba por él. Un día de tanto pensar, le viene a la idea disfrazarse de campesina y así poner a prueba la intuición de su corazón. Consigue el atuendo de campesina y ensaya su lenguaje.

“La aurora resplandecía en el oriente, y las doradas hileras de nubes parecían esperar al sol como los palaciegos esperan al soberano: el cielo claro, el frescor matutino, el rocío, la leve brisa y el canto de los pájaros inundaban de infantil alegría el corazón de Lisa.”