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Un escritor y los libros

“Ojalá puedan ver el amanecer después de esta larga noche. Yo, demasiado impaciente, me voy de aquí antes que ellos.” Stefan Zweig

El color violeta es atractivo a los ojos, es una buena opción de color en playeras para salir al cine o de paseo al parque, a primera impresión trasmite encanto y en el caso de Zweig, la tinta violeta no es la excepción.

El arte del coleccionismo fue una buena costumbre que tenía Stefan Zweig, atesoraba libros autografiados por sus escritores predilectos, pero no solamente era eso, sino que además guardaba monedas y timbres postales. Esos detalles lo vuelven una personalidad nostálgica por su apego al pasado.

Hace tiempo había leído que Gunter Grass escribía poemas en servilletas y dibujaba, eso con el tiempo se fue acumulando y fue una colección que fue guardando en el cajón de su escritorio, se puede suponer que era como su cofre de tesoros. Eso es un hábito que tienen por costumbre hacer algunos escritores.

En el caso de Zweig podemos decir que sucedió algo similar. El escritor español Jesús Marchamalo, especialista en su biografía comentaba que su letra era redonda y con una caligrafía envidiable y algo sensible es la forma en que describe su apariencia y personalidad.

“Era educado, cortés, mirada inquieta, y en su rostro, tez clara y gesto relamido, destacaba un flequillo lacio sobre la frente y el bigote poblado, grave, de una formalidad administrativa. Vestía con frecuencia traje oscuro, zapatos relucientes, camisas de un blanco inmaculado y corbatas en las que siempre brillaba un alfiler con una perla.”

La obra de Jesús Marchamalo ilustra de forma sencilla el momento histórico del nacimiento de Zweig en la ciudad de Viena en Austria, cabe mencionar que es un libro ideal para leer y adentrarse en el universo biográfico de uno de los mejores novelistas de Europa, además que los dibujos del pintor Antonio Santos son tan buenos como las obras de Jan van Eyck y hacen más imaginativas las ilustraciones.