CulturaLado B

Un poema para Hemingway, por Miguel Ángel Gómez

HEMINGWAY

La terrible depresión empezó a hablar

de una forma bellísima.

Ah Ernest peligroso y maligno.

Viniste a mí

cuando estaba sediento de realidad.

No querías separarte para recuperar tu lucidez.

Quieres entregarte, perderte.

La caza no fue negar tus mundos poéticos.

Cuando alzaste la escopeta seguro que parecías un niño.

Pudiste destruirte,

pero no destruir mi fe en ti. Anduviste por todos los lugares

y la suavidad de tu pecho no adormeció tu dolor.

La riqueza y la violencia de tu boxeo nos abrumaron.

Ernest Hemingway, soñaste muchos días seguidos.

Demos gracias por tus golpes.