CulturaLado B

UN VIENTO TELÚRICO 

Martín y José eran dos amigos de la Escuela, hubo un día que la maestra les encargo leer un libro. No estaban acostumbrados a la lectura y acudieron a la biblioteca. El bibliotecario que era una persona misteriosa les dio una obra vieja. Los dos salieron contentos con la idea de leerlo y entregar el reporte. Sumergidos en la lectura sentía emoción y la historia estaba situada en Madrid en el siglo XVI y su protagonista era un seductor de mujeres.  

UN VIENTO TELÚRICO 

En un cementerio de Madrid soplaba un viento telúrico que despertaba recuerdos. En el horizonte se observaba que un hombre caminaba, por el semblante parecía el regreso de un desperrado. Don Juan era un hombre sin escrúpulos, que los mismos poetas no podían imitar. Visitaba lugares para enamorar mujeres débiles. Cierto día, un monje estaba en un cementerio y llegaba el seductor, durante la charla le explicaba que las damas acudían y dejaban flores a sus difuntos.

PRIMERA VÍCTIMA

Se escuchaba una música en la casa de Laura y ella dialogaba con Carlos. La muchacha tenía 22 años y era pretendida por diversos hombres. Todo estaba en perfecto orden, hasta que escucharon que alguien tocaba. Al abrir la puerta y ver que era Don Juan, Carlos lo injuriaba con ofensas y en la discusión sacaban sus espadas y peleaban. Luego de morir Carlos, su amada quedaba desprotegida y el galán se aprovechaba de la situación. Conquistaba con palabras hermosas a la mujer y terminaban abrazados.

LA ESTATUA

En la escena aparecía un raro monje, por los ademanes se parecía a Don Juan. En ese momento llegaba Ana y comenzaba a charlar con el supuesto religioso. Le mencionaba el valor de recordar a los difuntos. Le señalaba la tumba de su difunto marido y el seductor le decía que esa tumba tiene buena estrella y calor celestial por los rezos que una mujer hermosa hace. Al calor de la conversación empezaba a confesar su identidad. Que su corazón ardía en ilusiones y él era Don Juan. Ella lo rechazaba, pero era tanta la insistencia que acordaban verse en una cita. En ese momento, llegaba el sirviente asustado y le decía que la estatua del difunto esposo los estaba observando. Era absurdo y en tono irónico también citaban a la efigie.

EL INFIERNO DE DON JUAN

Llegaba puntual a la casa de Doña Ana, viuda del Comendador. En la charla de café la viuda le confesaba que su esposo de la estatua había sido un hombre rico y distinguido. Sus padres la habían obligado a casarse. Le expresaba que no pretendiera enamorarla que estaba enterada de su fama picaresca. Don Juan le decía que daría su vida por ella, en eso se abrazaban y besaban. De repente se escuchaba que alguien tocaba y le decía que se escondiera. Al ver que era el fantasma de la estatua se desfallece y el galán valientemente lo desafía. La estatua tomaba de la mano a Don Juan y el galán empezaba a arder hasta convertirse en ceniza y luego se lo llevaría al infierno.

Con ello quedaba concluido el drama. Los dos amigos leían que el escritor ruso Pushkin escribió esa ópera de Don Juan y se estrenaría en el Teatro Mariinski, de San Petersburgo, el 16 de febrero de 1872. El mito de Don Juan enseñaba que las personas tarde que temprano pagaban sus deudas. Martín y José no olvidaban que, en el corazón de un hombre, solamente hay espacio para una mujer. historiador82@yahoo.com