Cultura

Boulevard Saint Germain

En los jardines de Versalles conocería a Sylvie Baudin, una hermosa francesa, proveniente de una importante familia burguesa. Su cabello era negro, piel blanca, de labios rojos y mirada tierna. Parecía una jovencita proveniente de un cuento. Ambos mantendrían una bella amistad durante su estancia en París. Ella vivía en una casa antigua del Boulevard Saint Germain. Era una casa tétrica y Panchito no sentía miedo, al contrario, era un espacio ideal para sus pensamientos. Ese día caía nieve y el clima tenía una atmósfera que invitaba a dialogar.

De niño había aprendido a ser valiente ante los sucesos increíbles. Anhelaba luchar contra los fantasmas del pasado. Su estancia en país lejano era complicada. Por un lado, sus padres añoraban que su hijo fuera un hombre de bien. Por el otro estaban sus arrebatadas pasiones.

Aquella noche panchito no pudo conciliar el sueño, era la madrugada y a pesar del cansancio no lograba dormir. Gustavo reflexionaba sobre Parras y ambos sonreían. Los dos hermanos eran alegres, más allá de vivir en soledad encontraba humor y bromeaban, hasta bostezaban. Todas las noches planeaban lo que harían al día siguiente, tenían esa costumbre de darle un orden a la agenda.

Desde niños las buenas costumbres, su espíritu y modales refinados eran parte de sus acciones. Les daban calidad a sus paseos, en las mañanas atendían sus responsabilidades escolares, en las tardes caminaban y discutían. Las noches en casa eran tranquilas, tenían que dormir porque estaban en un lugar que así lo exigía. Después de tener jornadas de aventuras y caminatas, poco a poco quedaban sumergidos en el sueño.