París es una ciudad nostálgica que me trae recuerdos y una ciudad digna para extraviarse por sus calles. Gustavo me decía que no hay mejor belleza que Parras, eso me causaba humor. Eran momentos de plenitud junto a mi hermano, aunque al principio fue difícil habituarnos a un nuevo horario. En las tardes caminábamos grandes distancias, es algo me gusta disfrutar de la ciudad, ver las cafeterías y la elegancia que tienen las parisinas es una experiencia única. —Los días épicos no aburren, una cotidianidad bien planeada no se olvida—.
Debo confesar que mis padres me enviaron a estudiar para convertirme en un banquero reconocido, el negocio empresarial en la familia era algo que tenían destinado para mí. —Era emocionante ver los jardines de Versalles, ese color verde que impactaba mis ojos—. Estar cinco años por estas tierras fortaleció el espíritu fiero que habitaba en mi corazón. Nunca me interesaba admirar la arquitectura.
