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“Ser mamá le puso sabor a mi vida”: Mago Gutiérrez

Ana Margarita Gutiérrez Hernández es una mujer polifacética: maestra de música, baterista, esposa y madre de dos niñas: Luciana y Olivia.

Tiene poco más de 13 años desempeñándose en el ámbito educativo-musical, lo cual le apasiona, así como ser mamá.

“Junto con mi esposo, formamos “Arto Sonido Music Studio” y “Preludio 4”, en donde compartimos con nuestros alumnos nuestra pasión por la música y la composición, y los guiamos a sacar el talento que hay en ellos, sin frustrarse en el intento”, señala la coordinadora de Difusión Cultural en Maple Collége.

“Además de enseñar música a niños desde pre-maternal hasta secundaria, he dirigido los festivales de fin de curso en donde salen a escena bailando, actuando y/o tocando algún instrumento musical. Incluso hemos involucrado a papás y mamás para ser parte de la banda de música en vivo de estos eventos”, relata llena de júbilo.

Aunque, sin duda, ser madre le puso “más sabor a su vida”, asegura.

“No voy a romantizar el hecho de ser mamá y que todo es color de rosa. Era un reto muy grande, pues no quería dejar a un lado lo que estaba haciendo. Traté de ver el panorama completo y lo que esto conlleva (desvelos, frustraciones, gastos, tiempo) y me dí cuenta que estaba decidida a aceptar los pros y los contras”, comenta al tiempo que sonríe.

“Cuando nació Luciana, mi primera hija, tuve episodios de culpa, ya que, por las tardes, seguía dando clases de batería y ella no lograba tener las siestas “tranquilas” que una bebé de dos meses necesita. Sin embargo, con el tiempo noté que ella se adaptó a nuestra rutina y podía dormir a pesar del ruido”, platica.

“Con la llegada de Olivia ya sabíamos cuál era el proceso, ya lo habíamos vivido. Sólo que nos tocó el tema “home office” por la pandemia (COVID-19).

“Fue una locura trabajar desde casa, siendo los dos maestros, seguir con clases en línea y con una niña de casi tres años y una bebé de 10 meses”, recuerda y, con “chispa”, lanza una broma: “pero sobrevivimos”.

“Mago” (que así se le conoce), señala que trata de estar consciente de que son etapas del ser humano y ha sabido disfrutarlas, pues esto que hoy en día vive con sus hijas no se va a repetir. 

“Ellas ahora disfrutan la música. Por iniciativa propia se sientan en su instrumento favorito y empiezan a “hacer música” y les enseñan a sus muñecos, así como nosotros lo hacemos con otros niños.

“Nos ha funcionado esto: que ellas se involucren en nuestros proyectos y que sean parte del proceso para conseguir nuestras metas. Así, conseguimos también pasar tiempo con ellas, y eso se quedará grabado en sus mentes, pues lo ven como un juego”, concluyó.