Alrededor de un tercio de los niños y adolescentes con discapacidad sufrieron abuso emocional y físico, mientras que el 20% experimentó negligencia y uno de cada 10 violencia sexual, según una investigación internacional. Estas cifras podrían implicar a más de 90 millones de niños en todo el mundo.
El análisis que arrojó este resultado involucró a más de 16 millones de jóvenes de 25 países y fue realizado entre 1990 y 2020. Los resultados fueron publicados en la revista The Lancet Child & Adolescent Health, y muestra que el 31,7% de los niños con discapacidad han experimentado violencia. El estudio consideró que este grupo tiene el doble de probabilidades de sufrir negligencia y/o abuso sexual, físico o mental que los niños sin discapacidades. También son mucho más propensos a ser intimidados por sus compañeros.
El informe también mostró que la violencia es más común contra los niños con trastornos mentales y discapacidades cognitivas o de aprendizaje que contra los niños con deficiencias sensoriales, limitaciones físicas o de movilidad y enfermedades crónicas.
Investigadores de las universidades de Leeds, Oxford, Beijing y Columbia examinaron los datos que miden la violencia contra los niños con discapacidades publicados en estudios en chino e inglés entre 1990 y 2020. Incluyeron 75 estudios de países de ingresos altos y 23 estudios de siete países de ingresos bajos y medianos.
“Nuestros hallazgos revelan índices inaceptables y alarmantes de violencia contra los niños con discapacidades que no se pueden ignorar”, explicó Jane Barlow, profesora de intervención basada en evidencia y evaluación de políticas en la Universidad de Oxford, quien codirigió el estudio.
Las tasas más altas de violencia ocurrieron en los países de bajos ingresos. El estigma, la discriminación, la falta de información sobre la discapacidad y el acceso inadecuado al apoyo social para los cuidadores fueron factores que predispusieron a la violencia, así como la pobreza y el aislamiento social, explicaron los autores en su análisis.“Los encierros y las pérdidas de empleo han aumentado el estrés familiar, al tiempo que incrementaron el aislamiento y los riesgos para los niños vulnerables, incluidos aquellos con discapacidades», dijo el experto
Zuyi Fang de la Universidad Normal de Beijing en China y coautor principal, indicó: “está claro que los países de ingresos bajos y medianos, en particular, enfrentan desafíos adicionales, alimentados por factores sociales y económicos complejos, y deben establecer marcos legales para prevenir la violencia, además de aumentar la capacidad de los sistemas de servicios sociales y de salud para abordar las necesidades complejas de los niños con discapacidades y sus familias”.
“Como los datos son en gran medida anteriores a la pandemia de COVID-19, es probable que la situación actual sea mucho peor”, consideró Tania King, investigadora principal de la Universidad de Melbourne. “Los encierros y las pérdidas de empleo han aumentado el estrés familiar, al tiempo que incrementaron el aislamiento y los riesgos para los niños vulnerables, incluidos aquellos con discapacidades. Es probable que las tasas de violencia contra los niños con discapacidad hayan aumentado durante la pandemia”.
Se estima que 291 millones de niños y adolescentes tienen epilepsia, discapacidad intelectual, deficiencia visual o pérdida auditiva, lo que representa alrededor del 11% de la población mundial total de niños y adolescentes. Muchos millones más tienen otras discapacidades físicas, cognitivas y mentales, o enfermedades crónicas. Extrapolando las cifras entre esta población, unos 90 millones podrían haber sufrido violencia. Los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas (ONU) tienen como objetivo poner fin a todas las formas de violencia contra los niños para 2030. Sin embargo, se estima que más de mil millones de niños experimentan violencia, directa o indirectamente, cada año.
En 2012, una revisión sistemática también publicada en The Lancet,estimó que más de una cuarta parte de los niños con discapacidad en los países de altos ingresos sufrieron violencia, y que sus probabilidades de sufrirla eran más de tres veces mayores que las de sus pares sin discapacidad. Este nuevo análisis incluye una mayor cantidad de estudios de un área geográfica más amplia, más tipos de violencia (por ejemplo, intimidación entre compañeros y violencia de pareja) y una gama más amplia de discapacidades (limitaciones físicas, trastornos mentales, discapacidades cognitivas o de aprendizaje, deficiencias sensoriales) y enfermedades crónicas, así como el uso de métodos actualizados para proporcionar estimaciones mundiales actuales de la violencia contra los niños con discapacidad, hasta septiembre de 2020.Los tipos de violencia más comúnmente reportados fueron emocional y física (iStock)
El análisis de datos de 92 estudios que analizaron la prevalencia encontró que las tasas generales de violencia variaban según la discapacidad y eran ligeramente más altas entre los niños con trastornos mentales (34%) y discapacidades cognitivas o de aprendizaje (33%) que entre los niños con deficiencias sensoriales (27%), limitaciones físicas o de movilidad (26%) y enfermedades crónicas (21%).
Los tipos de violencia más comúnmente reportados fueron emocional y física. Las estimaciones sugieren que uno de cada cinco niños con discapacidad experimenta negligencia y uno de cada diez ha sufrido violencia sexual. El estudio también llama la atención sobre los altos niveles de acoso entre compañeros, con casi el 40% de los niños con discapacidades que se estima que han sufrido acoso por parte de sus compañeros.
El acoso en persona (actos físicos, verbales o relacionales, como golpes y patadas, insultos y amenazas o exclusión social) es más frecuente (37%) que el ciberacoso (23 %). En general, los niños con discapacidad que viven en países de bajos ingresos experimentaron tasas más altas de violencia que los de países de altos ingresos, posiblemente como resultado del acceso limitado a los servicios de prevención y apoyo, niveles más bajos de protección legal y actitudes y normas que estigmatizan.
“La violencia contra los niños con discapacidad se puede prevenir. A estos niños se les deben dar las oportunidades de vida adecuadas ahora”, añadió Fang. “Lograr reducirla requerirá que los líderes políticos, los profesionales y los investigadores trabajen juntos para implementar lo que ya sabemos que funciona para prevenir la violencia, como las intervenciones de crianza basadas en evidencia, mientras se desarrollan y evalúan intervenciones comunitarias, escolares y en línea efectivas que se enfocan en formas específicas de violencia”.