Varsovia, Polonia. –(Agencias) Esta zona, donde la tragedia de una guerra se cierne sobre millones de seres humanos, se ha sumado la discriminación racial. Polonia ha negado la entrada a africanos que huyen del país, lo que provocó la condena del gobierno de Nigeria por el trato dado a sus estudiantes y ciudadanos que huyen de la guerra, en medio de señalamiento de crecientes actos de discriminación por las autoridades polacas y ucranianas en los puentes fronterizos.
El pasado fin de semana, una ola de información y grabaciones que expusieron a la luz pública en las redes sociales actos de discriminación y violencia contra ciudadanos africanos, asiáticos y caribeños, muchos de los cuales estudiaban en Ucrania antes del inicio del conflicto y que intentan escapar del país mientras aumentan las víctimas civiles.
El presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, dijo el lunes: “Todos los que huyen de una situación de conflicto tienen el mismo derecho a un paso seguro en virtud de la convención de la ONU y el color de su pasaporte o de su piel no debería marcar ninguna diferencia”, citando informes de que la policía ucraniana había obstruido a ciudadanos nigerianos.
“A partir de evidencia en video, informes de primera mano y de personas en contacto con… funcionarios consulares de Nigeria, ha habido informes desafortunados de policías y personal de seguridad ucranianos que se niegan a permitir que los nigerianos aborden autobuses y trenes que se dirigen hacia la frontera entre Ucrania y Polonia. » dijo.
“Un grupo de estudiantes nigerianos a los que se les ha negado repetidamente la entrada a Polonia han llegado a la conclusión de que no tienen más remedio que viajar de nuevo a través de Ucrania e intentar salir del país a través de la frontera con Hungría”.
Abike Dabiri-Erewa, la asesora especial del presidente de Nigeria sobre asuntos de la diáspora dijo: “A los africanos se les niega la entrada a través de las fronteras de Ucrania. El ministro de Asuntos Exteriores, Geoffrey Onyeama, lo ha abordado con el embajador de Ucrania. Nuestra gente que quiere irse debe poder hacerlo”.
En medio de escenas caóticas y emotivas en las fronteras de Ucrania con Polonia, así como con Rumania y Bielorrusia, donde varios gobiernos africanos han aconsejado a los ciudadanos que se dirijan, el trato a los africanos y asiáticos ha causado indignación. Muchos de los estudiantes han denunciado las penurias que tuvieron que pasar para poder escapar de la guerra.
Samuel George, un estudiante de ingeniería de software nigeriano de 22 años, condujo desde Kiev, junto con cuatro de sus amigos, compañeros de estudios de Nigeria y Sudáfrica, hasta la frontera con Polonia. Las colas de autos llenos de personas que intentaban salir se extendieron a lo largo de 50 kilómetros (31 millas) hasta la frontera. Sin embargo, cuando algunos hombres que estaban en la cola notaron que eran africanos, dijo, detuvieron su vehículo.
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“Inmediatamente vieron que los ucranianos podían pasar, pero cuando se dieron cuenta de que no éramos ucranianos, nos detuvieron. Nos dijeron que no podíamos avanzar y que no nos dejarían unirnos a la fila”, dijo George.
Cuando intentaron oponerse, dijo, los hombres los atacaron y destrozaron el parabrisas.
Cuando intentaron desafiarlos, dijo que los hombres atacaron y destrozaron su parabrisas. “Exigieron 500 dólares, suplicamos y negociamos para pagar 100. Tuvimos que dejar el coche y caminar. Caminábamos durante casi cinco horas hasta la frontera con Polonia. Uno de nosotros estaba enfermo. La temperatura era helada, era muy duro”.
Hubo actos de racismo de parte de los guardias ucranianos en la frontera, tratando de obligarlos a quedarnos al final de la fila, dijo George. “Muchos de nosotros todavía seguimos atrapados enfrentando desafíos. Algunos se dirigieron a las fronteras, pero fueron enviados de regreso y todavía están tratando de salir”.
Emily, una estudiante de medicina de 24 años de Kenia, dijo que pasó horas esperando a que los guardias fronterizos ucranianos le permitieran ingresar a Polonia porque estaban dando prioridad a sus ciudadanos. “Tuvimos que esperar cinco horas, pero tuvimos suerte, conocimos a algunas personas que habían pasado días esperando en la cola de extranjeros”, dijo.
Después de finalmente ingresar a Polonia, abordó un autobús, fletado por una ONG, a un hotel cerca de Varsovia que ofrecía alojamiento gratuito a los refugiados ucranianos. Sin embargo, el hotel se negó a acogerla a ella y a sus amigos kenianos después de examinar sus documentos.
“El personal dijo: ‘Lo siento, no podemos admitirlo porque esto era solo para ucranianos’”, dijo. El hotel también se negó a darle una habitación a Emily después de que ella se ofreció a pagarla.
