Coventry, Inglaterra. – (Agencias) Inicia la esperanza de la humanidad, la tan esperada vacunación masiva. Apenas fueron unos segundos. Se arremangó la blusa, Margaret Keenan se convertía en la primera persona, fuera de las pruebas, en recibir la vacuna de Pfizer-BioNTech en Gran Bretaña y en Occidente.
De acuerdo con The Washington Post, Keenan, una abuela de 90 años, recibió su “jab” en el Hospital Universitario de Coventry, Inglaterra, a las 6:31 a.m. hora local. La enfermera May Parsons fue la encargada de aplicarla.
“Me siento muy afortunada”, dijo Keenan, y añadió, “finalmente puedo pasar más tiempo con mi familia y amigos en el Año Nuevo, después de pasar sola la mayor parte de este año”-
Ese fue un pequeño momento, pero un gran salto de la humanidad.
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Mientras era llevada en una silla de ruedas por el pasillo del hospital, los miembros del hospital le dieron un aplauso. «Mi consejo a cualquiera que le ofrezca la vacuna es que la tome, si pude tenerla a los 90, entonces tú también puedes tenerla», dijo.
Keenan, mejor conocida como Maggi, era asistente de joyería. Se retiro hace cuatro años. Tiene dos hijos y cuatro nietos, y paso gran parte del 2020 en auto confinamiento. Nacida en Irlanda del Norte, ha vivido casi toda su vida en Coventry.
Funcionarios británicos aclamaron las primeras vacunaciones como un punto de inflexión en la lucha contra el coronavirus SARS-Cov-2, que ya a causado más de 1.4 millones de personas e infectado a más de 67 millones de personas en el mundo.
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“Me siento mu emotivo, en realidad, viendo esas fotos”, declaró el ministro de Salud británico, Matt Hancock, a la agencia Sky News, mientras trasmitían en vivo las imágenes de la aplicación de la vacuna a Maggie.
«Ha sido un año tan duro para tanta gente, y finalmente tenemos nuestro camino a través de él, nuestra luz al final del túnel».
Mientras el mundo observa para ver como el país que inventó las vacunas hace tres siglos, lanza su campaña de salud más grande y rápida, aplicando una vacuna que requiere un cuidado y manejo extremadamente especial.
Miles de enfermeras, farmacéuticos y técnicos médicos, reforzados por legiones de voluntarios y miembros del ejército británico, salvaguardarán, transportarán, desempacarán y aplicarán millones de dosis en los brazos superiores de una nación cansada de encierros y soledad, ansiedad y enfermedad.
Muy pronto, se espera que otras naciones sigan. Los Estados Unidos podrían conceder autorización de emergencia a la vacuna Pfizer-BioNTech antes del final de la semana. Europa, a finales de mes.
Mientras, Rusia sigue vacunando su Sputnik V en países en desarrollo, lo mismo que China con su vacuna.
El objetivo final es inocular a suficientes personas para conferir inmunidad individual y eventualmente detener la propagación del virus.
Pero hasta que se disponga de más dosis de vacunas y se aprueben otras vacunas, los funcionarios de Gran Bretaña y otros lugares están equilibrando la necesidad de proteger a los más vulnerables contra la necesidad de una transmisión lenta.
Parsons, la enfermera que aplicó la vacuna, es originaria de Filipinas y ha trabajado para el Servicio Nacional de Salud financiado por los contribuyentes durante 24 años. Dijo que era un «gran honor» «jugar un papel en este día histórico».
«Los últimos meses han sido duros para todos nosotros que trabajamos en el NHS», dijo. En los primeros meses los trabajadores de la salud de primera línea, como Parsons, tuvieron que luchar contra un nuevo virus misterioso y mortal, a veces sin el equipo de protección adecuado.
La segunda persona que fue vacunada en el hospital fue William Shakespeare, de 81 años, cuyo nombre provocó una inevitable cascada de juego de palabras.
El periódico Metro tuiteó una foto de él con la leyenda «La domesticación de la gripe». ¿Una persona en las redes sociales preguntó si Keenan era paciente 1A, entonces era Shakespeare “Paciente 2B o no 2B?» Otro publicó con «Los dos caballeros de la Corona».
El Primer Ministro Boris Johnson lo llamó «un tiro en el brazo para toda una nación». Visitó un hospital de Londres el martes por la mañana y habló con los pacientes que esperaban en una cola.
Le dijo a uno de ellos que una manera de calmar los nervios sobre las inyecciones era recitar poesía. «Siempre trato de pensar en otra cosa. Recita un poco de poesía», le respondió ella.
