Santa Fe, Nuevo México. – (Agencias) La pandemia no se detiene. Las noticias cada vez son más graves, pero ya se sabía que vendrían estos días aciagos. El resultado de un mal manejo de la pandemia tiene a Estados Unidos devastado.
Durante un mes, la gobernadora estuvo sonando la alarma. A mediados de noviembre. Michelle Lujan Grisham supo que tenía que tomar medidas extremas par evitar la “emergencia más grave que ha enfrentado Nuevo México”.
Esta ola del coronavirus azotó a su estado, aumentando los casos exponencialmente, saturó las camas en los hospitales y arrastró de vuelta a los días obscuros de primavera.
En aquel entonces, se prohibieron las cenas en los restaurantes, los negocios no esenciales fueron cerrados y se ordenó el confinamiento general. Esperando que fuera suficiente para evitar la catástrofe este invierno. No fue suficiente.
«Nuevo México ha aplastado este virus antes, dos veces», dijo a los 2 millones de ciudadanos de su estado. «Vamos a hacerlo de nuevo”.
Sin embargo, esta vez la victoria está muy lejana. Lujan Grisham, gobernadora demócrata, está consciente de las terribles condiciones que enfrenta en esta ocasión.
En una entrevista, declaró que pronto permitirá a los hospitales aplicar los “estándares de crisis”. Esto permitiría a los hospitales priorizar la atención con base en las probabilidades de vivir del paciente.
Es un paso que ella y otros gobernadores han evitado a través de nueve meses de luchar contra la pandemia, y uno que los médicos temen.
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Para Jason Mitchell, director médico del Presbyterian Healthcare Service, esto “es la pesadilla de un médico”. “Queremos salvar todas las vidas que podamos.
Pero la presión a los servicios médicos de todo el estado, con más de 1,000 hospitalizados, ha dejado casi sin camas disponibles las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
Ante esto Michell dijo que no quedará otra opción. “No hay espacio en la posada”, comentó.
Los expertos han elogiado al estado por el enfoque agresivo contra el Covid-19. Lujan Grisham ordenó, en marzo, el confinamiento en todo el estado cuando apenas había 100 casos reportados. Ha llegado a aislar ciudades enteras para contener al virus.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Oxford, el enfoque del estado era uno de los más restrictivos y uno de los más exitosos durante la primavera y el verano, cuando otros estados sufrían estragos.
Pero una resistencia política desde la Casa Blanca y el aumento de la fatiga de la pandemia, hicieron que Nuevo México también sufriera el brote que golpea al país este otoño.
Aunque existe evidencia que el cierre decretado este mes de noviembre ha disminuido los casos de Covid-19, los expertos opinan que, a pesar de todas las medidas, este es un virus que explota celosamente cualquier debilidad.
La Dra. Rohini McKee, jefe de calidad y seguridad del Hospital de la Universidad de Nuevo México, lo explica: «Si hace frío afuera y has cerrado siete ventanas, pero dejas una abierta, todavía va a hacer frío por dentro, ¿no?». «Hacer el 90 por ciento no es suficiente.»
La ventana abierta con esta ronda de covid, dijo McKee, es tan simple como la naturaleza humana. La gente quiere reunirse con amigos y familiares, y les molesta que los líderes políticos o expertos en salud les digan que no pueden.
«Hay una necesidad de gratificación instantánea», dijo. «No estamos acostumbrados a retrasar la gratificación.»
Sin embargo, 1,700 personas han sucumbido al Covid-19. Y se suman al recuento diario, un promedio de 30 fallecimientos.
En el caso de los seis hospitales de la Universidad de Nuevo México, está cerca su máximo en la capacidad de las UCI. Los cuartos normalmente de un paciente se han tenido que habilitar para meter a otro.
De acuerdo con el modelo matemático, el crecimiento de la demanda de camas seguirá creciendo al menos hasta mediados de diciembre. «Es seguro decir que nuestros sistemas hospitalarios se van a sentir abrumados», dijo McKee.
La única pregunta ahora es cuánto dura la embestida.
Según la gobernadora, las restricciones que anunció el 13 de noviembre tienen la intención de mantener los casos al mínimo y liberar recursos de atención médica, por lo que “no pondremos a los médicos en esas difíciles situaciones “de tener que decidir quien vive.
