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Adiós a la democracia, el próximo golpe de Trump

Si esto tiene éxito, los votos emitidos por millones de estadounidenses no decidirán la presidencia en 2024

Washington, D.C. – (Agencias) Para Barton Gellman, en su artículo en The Atlantic, el 6 de enero fue una práctica. El Partido Republicano de Donald Trump está mucho mejor posicionado para subvertir las próximas elecciones, siguiendo un plan preconcebido.

Técnicamente el próximo intento de echar abajo una elección nacional en Estados Unidos podría no ser considerado un golpe de estado.

Ya no será de manera violenta, sino será una subversión, aunque cada una ocupa su lugar en la estrategia. Si esto tiene éxito, los votos emitidos por millones de estadounidenses no decidirán la presidencia en 2024.

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El ganador será declarado perdedor, y el perdedor será ungido como presidente de Estados Unidos.

Este cataclismo de la democracia estadounidense no es remoto, según Gellman. Las personas que tiene motivos ya están fabricando los medios para hacerlo realidad. Dada la oportunidad, actuarán, y ya lo están actuando.

Gellman critica a los demócratas quienes han pasado de largo o le han prestado poca atención a esta situación, incluyendo al presidente Joe Biden. El mecanismo para robar las elecciones lo operan los lideres republicanos desde hace un año.

Funcionarios electos de los estados de Arizona, Texas, Georgia, Pensilvania, Wisconsin, Michigan y en otros estados aprendieron de los errores de la cruzada de Donald Trump para revocar las elecciones de 2020.

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Vieron donde estuvo el error y han tomado medidas para que no vuelva a repetirse en las siguientes elecciones. Una, la ley y estatutos electorales y otra, el enemigo dentro .

Primero, en algunos estados, donde el control de los congresos esta en manos de los Republicanos, establecieron reformas a la legislatura electoral que les ha permitido tomar el control sobre la votación, que voto contar o que voto desechar, y que resultados certificar y cual no.  

Han estado expulsando o quitando el poder a los funcionarios que se opusieron al complot de Trump del gran fraude en noviembre pasado, con el objetivo de remplazarlos por seguidores de la Gran Mentira, como la llama Gellman.

Donald Trump, y sus partidarios. han convencido a una gran número de estadounidenses que el funcionamiento del sistema electoral, esencial de la democracia, es corrupto. Que las afirmaciones mentirosas de fraude son ciertas y que solo el fraude pudo quitarle la victoria.

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Y, lo más grave, que la tiranía está en el gobierno y que la violencia es la respuesta legitima, afirma Gellman.

Trump se ha apoderado del Partido Republicano. Ningún oponente puede derrotarlo en la nominación a la presidencia del 2024. Tampoco algún golpe por fuera de sus contrincantes, como una acusación o algún desastre en los negocios, impedirá la nominación. Incluso, redoblaría sus ansias de poder.

Se acerca el 6 de enero y la comisión del Congreso que investiga el asalto al Capitolio por una turba enfurecida de seguidores de Trump, que hizo correr por su vida a los legisladores, ha descubierto que ese día fue parte integral de un plan preconcebido. En retrospectiva, el asalto fue solo un ensayo.

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Trump, a pesar de la derrota, ha ganado fuerza para un segundo asalto a la presidencia, en caso de ser necesario, después del cierre de las urnas el 5 de noviembre de 2024.

Trump ya no tiene el poder de la presidencia. Lo intentó en 2020, pero en la mayor parte no estaba listo para ese primer golpe. Sin embargo, el equilibrio de poderes en Estados Unidos está cambiando en niveles que tienen mayor significado.

Trump, logró exitosamente dar forma en su narrativa de que la insurrección era el único sistema que importaba. El asalto al Capitolio causo un fuerte impacto entre los republicanos, lo que llevó a algunos de los principales a romper con él. Hoy, han dado paso a un unánime abrazo.

Hace un año, nadie, escribe Gellman, hubiera podido predecir que Trump obligaría a todo un partido a hacer una “genuflexión” a la Gran Mentira, y convertir a los asaltadores del Capitolio en mártires.

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Los pocos republicanos disidentes están siendo expulsados del partido. Trump se regocijó con el retiro de Adam Kinzinger, uno de los 10 representantes republicanos que votaron a favor en el segundo juicio político contra el expresidente.

Tomó al partido incendiando la base. Su discurso ha quedado impreso en la mente de millones de estadounidenses que ven la realidad a través de la teorías conspirativas.

Su alimento es el “amargo agravio”, dice Gellman, de los derrotados votantes republicanos que perdieron la Casa Blanca, y que están perdiendo el país por fuerzas alienígenas sin legitimidad.

Y no son solo unos cuantos, ni una población transitoria y poco comprometida. Donald Trump ha construido el primer movimiento político de masas desde el siglo pasado en los Estados Unidos, y están listos para luchar por cualquier medio necesario, incluso la violencia, por la causa.